miércoles, 3 de octubre de 2012

¡A romper la cadena del estrés!

Liberarnos de este mal moderno, es el principio para lograr una buena salud.


Una insólita tendencia estadística, en  la que personas aparentemente sanas y con buenos hábitos de vida resultan siendo víctimas de infartos y fuertes crisis depresivas, hace que debamos tomar más en serio el problema del estrés para compartirlo y no dejar que se apodere de la cotidianidad de la vida.

Se nos  ha enseñado a leer, luego a escribir. Se nos ha instruido sobre cómo conducir el automóvil y hasta tenemos claridad de cómo se utilizan los electrodomésticos de casa, bien sea por intuición o porque leímos los manuales. Aprendimos a manejar el computador y rápidamente supimos cómo manejar el teléfono inteligente para estar conectados todo el día y todo el tiempo con lo que pasa en el mundo. Sin embargo, nadie nos ha enseñado, dentro de las raras y casi exóticas disciplinas del dominio propio, a manejar el estrés, que tantas actividades y tantos aparatos de la vida moderna están ocasionando en la gente.
El sida emocional
Aunque el sida es una de las pandemias de la época contemporánea, lo cierto es que el virus no ha matado a nadie. Simplemente, este pequeñísimo organismo ha desmontado las defensas de miles de pacientes, lo que permitió a las llamadas enfermedades oportunistas tomar ventaja y aniquilar finalmente a quien era atacado. Con el estrés pasa lo mismo. Su presencia en nuestras vidas, manifestada en esa presión constante por los resultados y en esas carreras para llegar a tiempo en medio de agendas apretadas y casi imposibles, hace de este padecimiento social una especie de Sida emocional que le abre las puertas a muchos otros males: infartos, gastritis, dolores de cabeza e incluso la misma baja de las defensas se ha asociado con niveles altos de estrés.
¿Cómo saber si tengo estrés?
El estrés es una reacción del cuerpo y de la mente que se manifiestan en forma de tensión; es una respuesta defensiva tal como ocurre con el miedo o con el enojo. El estrés es, por lo tanto un mecanismo natural y hasta necesario para ponernos alerta ante situaciones que demandan nuestra atención. Ahora bien, dado que todo extremo es nocivo, el exceso de estrés es el factor que todos debemos controlar, especialmente porque la tensión que  enferma a las personas proviene de situaciones que no ameritan preocupaciones. Establecido esto, quien tiene exceso de estrés puede identificar signos de alerta en sí mismo como trastornos digestivos, ansiedad permanente, sensación de agobio, dolores recurrentes de espalda y otras manifestaciones psicosomáticas que pueden variar de un individuo a otro.
Desde el punto de vista anímico, el estrés puede convertir a las personas más gentiles en verdaderos polvorines de irritabilidad y mal humor. Por su causa, las relaciones interpersonales pueden generar situaciones de conflicto que alimentan el círculo vicioso tensión-estrés.
¿Cómo triunfar sobre el estrés?
Muchos expertos provenientes de diferentes disciplinas han opinado sobre la forma en que podemos combatir a este serio enemigo del hombre contemporáneo. Algunos afirman que todo es cuestión de aplicar adecuadas técnicas de relajación. Otros señalan que el secreto para erradicar el estrés consiste en controlar los pensamientos. Para la Biblia, ambas cosas son ciertas pero la relajación del cuerpo y la tranquilidad de la mente provienen de sembrar en nuestro corazón los principios correctos para que esos cambios puedan darse. Uno de esos principios está contenido en Filipenses 4:6 (Nueva Versión Internacional) en donde se afirma: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”.
A la luz de este pasaje, la fuente de la paz que contrarresta el estrés es cederle con plena confianza a Dios el control de nuestras vidas, pues en el plano de lo posible, como también en el de lo imposible, él tiene siempre la respuesta y la salida que buscamos. Un proverbio chino lo resume de una manera muy interesante y hasta divertida: “Si tiene solución, ¿de qué te preocupas? Si no tiene solución, ¿de qué te preocupas?”. Al respecto, 1 Pedro 5:7 dice “Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes”.
Al entregar nuestras tensiones y dificultades a Dios adquirimos también nuevas habilidades para ver con ojos espirituales las circunstancias que usualmente generaban tensión y que ahora se convierten en oportunidades de cambio y mejoramiento. Volviendo a Filipenses, en la versión Dios Habla Hoy, encontramos la exhortación para que apreciemos con actitud positiva las circunstancias de la vida y desechemos lo negativo que nada nos aporta. “Por último, hermanos, piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merece alabanza” (Filipenses 4:8).
Templos del Espíritu Santo, libres de estrés
En cuanto al cuidado de nuestro cuerpo, aquello de que “mente sana en cuerpo sano” es particularmente cierto en el tema del estrés. Tal como corresponde a los “templos vivientes del Espíritu Santo”, los cristianos deben preocuparse por cuidar de su salud a través de un estilo de vida saludable. Esto hace que vivamos con mayor plenitud y permite que nuestro ánimo general esté mejor dispuesto para resistir y combatir el estrés. Una alimentación  balanceada, el hábito diario de hacer ejercicio, la renuncia total al tabaco u otras sustancias nocivas  y la firme decisión de apartar regularmente tiempo para relacionarse con Dios, así como también para recrearse, son medidas que complementan el estilo de las personas que triunfan sobre las presiones cotidianas y que al final son capaces de cambiar el “estoy estresado” por “estoy bendecido”.

1 comentarios:

  1. Muy chevere el artículo es mejor declarar ESTOY BENDECIDO que Estoy estresado

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