Qué hacer si tu pareja consume drogas

Una situación que amenaza la estabilidad de muchos hogares en el mundo

El abuso de sustancias psicoactivas es una de las principales causas de todas las formas de violencia intrafamiliar. Adicionalmente, es un factor que amenaza a diario la continuidad de muchas relaciones. Consentir el problema o negarlo sólo prolonga la agonía de un vínculo afectivo que se rompe cuando no hace nada al respecto. El amor, la fe y la firmeza deben ir de la mano.

Algunas veces se trata de un hábito oculto que no se lleva a casa y que tiene lugar en reuniones sociales, lejos de la mirada de los seres amados. Otras veces, muchas infortunadamente, el dominio de las drogas sobre una persona llega a tal punto que consumen sustancias sin remordimientos delante de pareja e hijos. Cualquiera de los dos casos constituye un factor de riesgo muy alto para la estabilidad afectiva y familiar. Ni la desesperación ni la negación sacarán al drogadicto ni a su familia del problema. Una sana pero firme confrontación del problema ofrece verdaderas perspectivas de salida.

Entendiendo el mundo interior del consumidor de drogas.

Muchas personas llegaron a las drogas simplemente por curiosidad o por no quedarse atrás respecto al círculo social que en algún momento las presionó para que iniciaran el consumo. Otros por que buscaron en las drogas una falsa salida a sus problemas y carencias emocionales. Cualquiera que fuera el origen de la adicción, pocos drogadictos en el mundo pueden decir con sinceridad que consumen por el simple gozo de consumir. La verdad es que la mayoría de ellos pronto descubren que el placer instantáneo tiene graves consecuencias y con la resaca y la lucidez vienen intensos deseos por dejar esa vida atrás. Las heridas psicológicas y hasta físicas en los seres que aman ensombrecen profundamente su vida.

Lo que al  principio fueron dosis mágicas de felicidad en poco tiempo se transforman en sustancias imprescindibles, de las que dependen para calmar una dolorosa ansiedad. En ese punto, es muy importante para la pareja y la familia entera distinguir entre las drogas y el drogadicto, pues muchas veces, pretendiendo generar una reacción de abandono, se rechaza al vicio y a la persona. Generalmente, esto ahonda la crisis y las drogas siguen siendo las únicas “compañeras” emocionales de quien es esclavo de ellas. ¿Cómo es posible entonces ayudar a quien consume drogas?

Quien necesita los primeros auxilios es usted. Si se trata de algo que acaba de descubrir o lo sospechaba pero no se había atrevido a aceptarlo, es importante que pueda superar el impacto psicológico que para usted significa esta revelación. Generalmente, un hecho así es devastador y siembra muchos temores sobre lo que vendrá. Por eso, fortalézcase en su fe y busque perspectivas de acción con el apoyo de consejeros espirituales idóneos o profesionales en salud mental. Tenga una línea abierta con ellos cuando crea encontrarse en un callejón sin salida cuando trate el tema con su pareja.

Abra el camino de una intervención con base en la confianza. En el lenguaje de la psicología una intervención consiste en la coordinación de esfuerzos, entre profesionales de la salud y familia, para darle respaldo al drogadicto y ayudarle a superar su problema. Por eso es muy importante que ante la situación no se cierren las puertas y por el contrario se transmita un mensaje de confianza y disposición a fin de que el problema sea reconocido y la ayuda sea aceptada. Sin esta confianza no le será posible tener información clave, como por ejemplo qué drogas consume su pareja o qué situaciones desencadenan episodios de mayor ansiedad. En cambio, si logra esta apertura será más sencillo lograr resultados y quizás hará más fácil que recurra a usted cuando se encuentre en situación de riesgo. Otro aspecto clave para tener en cuenta durante la intervención es el fortalecimiento espiritual de ambos. Para el creyente que brinda el apoyo a su pareja con problemas de drogas, significará fortalecer su fe y creer que sí es posible lograr una victoria sobre tal opresión. Para la persona que lidia con este flagelo, es una oportunidad para aferrarse a una instancia  superior a la terapia y de paso un tiempo en el que puede descubrir, de la mano de Dios, las carencias emocionales y espirituales que pudieron dar lugar a su situación actual. Orar juntos y considerar estudios bíblicos acordes con su necesidad es un buen punto de arranque.

 Reafirme su amor por la persona, pero establezca una posición firme frente a la adicción. Así como Dios ama al pecador, pero no al pecado, de igual modo debe dejarle claro a su pareja que su amor es firme, al igual que su determinación de no permitir que la droga contamine su relación o su hogar. Permítale saber que no está solo con el problema y que su primera decisión no tiene que ser la de dejar las drogas sino la de aceptar ayuda. Esto puede parecer paradójico pero son muy pocas las personas atrapadas por las drogas que son capaces de dejarlas por sí solas o luego de una firme y única decisión. La mayoría podrán prometer que las dejarán pero tal cosa no llega a ser efectiva sin ayuda profesional y apoyo de su familia. El salmo 38:17-18 expresa “¡Pero yo estoy a punto de caer y mi dolor está delante de mí continuamente! Por tanto, confesaré mi maldad y me entristeceré por mi pecado”. De igual forma es el clamor de quien pide ayuda a Dios y a sus seres amados y ante lo cual hay que reaccionar de forma oportuna.

En este escenario, se da con frecuencia el caso de personas que admiten ante su pareja que consumen pero niegan que exista algún problema originado en su hábito. En tales casos, recuerde que es prioritario conservar su integridad física y mental (también la de sus hijos, si los tienen) y que, llegado el caso, asumir la difícil decisión de separarse  temporal o definitivamente de esa persona no significa renunciar a su recuperación. Por otro lado, tal proceder es a veces necesario, no sólo por un impacto emocional que puede hacer recapacitar al drogadicto sino también como una medida que le protege a usted y a otras personas involucradas.

Vaya paso a paso, no espere cambios instantáneos. Las intervenciones requieren tiempo y paciencia. Dependiendo del tipo de adicción, un profesional en psicología o psiquiatría podrá indicarles con más exactitud cómo proceder para que su pareja deje paulatinamente la sustancia de la que abusa. En algunos casos, por ejemplo cuando se trata de la heroína (adictiva desde la primera dosis), no es posible simplemente cortar de una sola vez con el vicio, debido a los severos síntomas que viene como resultado del llamado “síndrome de abstinencia”, una dolorosa reacción física que experimentan los drogadictos cuando su cuerpo carece de la sustancia de la que se han hecho dependientes. Algunos sustitutos temporales como la metadona hacen menos traumático el proceso de curación del paciente pero no se convierte en sucedáneos de la terapia ni del debido acompañamiento familiar.

Espere lo mejor pero no se desanime con las recaídas. No baje la guardia pero tampoco se convierta en una especie de carcelero. No restrinja el espacio vital pero esté atento a síntomas de reincidencia y no se desespere si confirma que, en efecto, su pareja ha recaído. Recuerde que un porcentaje alto de la gente que intenta superar la adicción reincide, pero muchos de ellos se recuperan cuando sus parejas deciden , llenas de fe, seguir adelante en su empeño de enfrentar el problema y rescatar a ese ser amado con una fórmula muy exitosa: amor, fe y firmeza.