miércoles, 3 de octubre de 2012

Amor que se fortalece en la distancia

Pese a la distancia y al tiempo, las relaciones de pareja pueden prevalecer


Grandes exigencias de la vida profesional o circunstancias inesperadas pueden hacer que un matrimonio deba enfrentar periodos considerables de separación. Aunque éste no es el ámbito natural y deseable para la relación matrimonial, sí es posible, de común acuerdo, adaptarse a las circunstancias y fortalecer el amor para que la pareja supere el reto. Fe, confianza y la genuina intención de que la separación sea lo más corta posible son una excelente base para sobrellevar una relación en la distancia.

Luego de casi un año sin trabajo, Hernando asistió a una entrevista laboral que lucía prometedora. Tenía la primera opción para quedarse con la vacante y todas las señales le indicaban que le había caído bien a su entrevistador. Su experiencia como administrador lo hacía el hombre ideal para asumir el reto. Sin embargo, cuando todo parecía ir de maravilla, Hernando supo que su nuevo trabajo lo llevaría lejos de la ciudad, a un lugar donde no era posible trasladarse con  su familia. Casi en la quiebra total y temiendo que pasara más tiempo sin conseguir una oportunidad así, Hernando y su esposa decidieron tomar la oferta de trabajo, aunque significara estar separados por largos periodos y durante un tiempo indefinido. Necesidades sentidas como las de Hernando y su familia o hechos desafortunados como la forzosa separación que deben afrontar los condenados a prisión y sus parejas, son una dura prueba para el amor que infortunadamente, en muchos casos, se quiebra ante el peso de la distancia y la soledad.
No obstante, aunque es una circunstancia nada deseable, el testimonio exitoso de muchos matrimonios que han salido vencedores, apoyados en su fe y en la solidez de sus votos, dan esperanza a aquellas parejas que desean mantener su unión contra viento y marea.
Seguridad en la relación y sí mismos
Ante el hecho de no poder estar juntos por tiempos prolongados, muchas personas ven aflorar miedos relacionados con la seguridad y confianza que tienen en sí mismos y en su pareja. Los temores relacionados con el futuro de la relación y hasta la infidelidad pueden tornar la espera en un vivir angustiante. Por eso, antes de iniciar esa etapa crucial de sus vidas es fundamental que los esposos tomen su tiempo para resolver  asuntos pendientes que con la distancia y el tiempo pueden generar fisuras en la confianza mutua. Vale la pena, en muchos casos, ponerse en manos de un consejero que ayude a expresar los miedos que hay al respecto y con quien se puedan dilucidar los pactos y los acuerdos a los que llegará la pareja a fin de brindar confianza y establecer una base sólida de esperanza, desde la cual aguardarán por el feliz momento de estar juntos de nuevo. Parte de esa preparación, consiste en que juntos puedan abrir sus corazones y permitirle al otro saber sus expectativas y el margen de tolerancia hasta el cual pueden llegar, en términos de espera, antes de que su situación se normalice. Esta claridad es tan importante como la que debe existir respecto a la inaplazable necesidad de establecer un plan de visitas, las cuales deben plantearse con la mayor sensatez posible  para que no caigan en el plano de lo irreal ni sean una buena intención que difícilmente se cumple. Idear juntos momentos de encuentro, fraccionará el tiempo y la separación será más llevadera.
Constancia y comunicación, claves que fortalecen el amor.
Tal y como sucede con un árbol del que se esperan frutos, el amor debe ser alimentado y cuidado para que crezca y se fortalezca. Cuando las parejas deciden o se ven forzadas a largas separaciones, resulta vital el compromiso por mantener una comunicación lo más rica y frecuente posible a través de la cual puedan compartir tiempos de calidad, pese a las limitaciones. Esto es particularmente muy importante en el caso de aquellas parejas que soportan esta dura prueba justamente cuando están apenas comenzando su matrimonio, tal y como ocurre con los miembros de las fuerzas armadas. Hoy, por fortuna, existen muchos recursos tecnológicos que hacen más fácil esta comunicación. Ahora es posible oír y hasta ver a los seres amados con relativa comodidad en cuanto a ubicación y duración. Quienes usan las videoconferencias para hablar con sus cónyuges e hijos, debe reservar intencionalmente un tiempo para hablar a solas con sus parejas, lo que implica que  en algún momento de la conversación la familia que participa con entusiasmo del encuentro virtual debe respetar este tiempo reservado y dar lugar a la privacidad de los esposos.
Oportunidades en medio del desierto
Teniendo claro que es necesario propiciar espacios de encuentro, real y virtual, para mantener la buena salud de la relación, es posible apreciar que sobre las circunstancias del alejamiento pueden florecer con mayor intensidad el amor y otros sentimientos relacionados con el apego conyugal y familiar. Mientras la separación tenga una clara perspectiva razonable de finalización, la distancia es una buena oportunidad para atribuirle un nuevo valor a todo lo bueno que hay en la convivencia marital y familiar. Aspectos como el contacto físico se anhelan con mucha intensidad y, canalizados de forma adecuada, estos distanciamientos suelen impulsar el resurgimiento de algunas relaciones afectadas por la rutina. Por otro lado, una relación a distancia requiere de voluntad y convicción espiritual para soportar la ausencia y protegerse de las tentaciones. Por ello, en tal coyuntura la necesidad de fortalecer la vida espiritual es evidente y la estrategia de orar unánimes y compartir a lo lejos enseñanzas de la Palabra, puede ser un gran aliciente para que la vida espiritual de la pareja llegue a un nuevo nivel discernimiento y poder.

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