miércoles, 3 de octubre de 2012

Mentes perturbadas en EUA


Asesinatos masivos en Estados Unidos. Un fenómeno en preocupante ascenso.

Tras la muerte de al menos 12 personas en una sala de cine en Aurora, Colorado, los norteamericanos están hurgando en sus fundamentos sociales para saber qué tipo de situaciones están convirtiendo a muchos  individuos en bombas emocionales de tiempo, que al explotar se manifiestan de una forma tan violenta.

James Holmes no era precisamente el “alma de la fiesta” pero su desempeño académico y su inteligencia brillaron a lo largo de su vida universitaria. En el 2010 obtuvo con honores una licenciatura en neurociencia y años antes se destacó como un cristiano practicante que tomó parte en la vida eclesial de la comunidad presbiteriana a la que él y su familia pertenecían. De hecho, en el verano del 2008, Holmes se enlistó como consejero voluntario para guiar y acompañar a niños menos favorecidos en el campamento de verano Max Straus, en Glendale, California. Todo marchaba bien, hasta que en el 2012 las cosas en su vida, incluyendo sus notas, se vinieron a pique.. Este hombre tranquilo y colaborador es el mismo que apenas cuatro veranos después, en julio del 2012 asesinó a sangre fría a doce inocentes espectadores que asistían a la premier de la última película de la trilogía de Batman, en una sala de cine de Aurora, Colorado.
¿Cómo es que Holmes, Cho Seung-Hui (quien perpetró los 33 homicidios en el Instituto Tecnológico de Virginia) o Eric Harris y Dylan Klebold (quienes no pasaban de 18 años cuando ejecutaron la masacre de Columbine) dejaron de ser sencillos estudiantes para convertirse en crueles asesinos? Los factores que desencadenaron sus comportamientos y las particulares circunstancias sociales de los Estados Unidos están convirtiendo a muchas personas en bombas humanas de tiempo que pueden explotar en el lugar menos esperado.
Aislamiento social
La doctora Isabel Cristina Giraldo, psicóloga clínica que trabaja en la Unidad de Salud Mental del Hospital Universitario del Valle, en Cali, Colombia, ha sido testigo excepcional de  las secuelas emocionales que la presión social y la violencia pueden dejar en las personas, especialmente aquellas que diariamente llegan a esta institución pública de salud en busca de algún alivio para sus conmovedores dramas personales y familiares. Para la doctora Giraldo, el fenómeno de los asesinos masivos  que azotan a los Estados Unidos en su historia reciente,  no es algo nuevo pero sí se han agudizado con algunos elementos de la modernidad. “A lo largo de la historia se han presentado muchos casos de personas que con diferentes motivaciones han perpetrado crímenes como éstos. No es algo nuevo. Sin embargo, la influencia actual de los medios de comunicación que hacen circular patrones de violencia y al mismo tiempo le dan notoriedad a estas personas, hacen que muchos se sientan identificados y quieran mostrarse ante el mundo con actos similares”.
Una condición que definitivamente estimula el florecimiento de este tipo de acciones desesperadas es el aislamiento social que cada vez más afecta a la gente, especialmente quienes habitan en las ciudades. El individuo se torna, precisamente, cada vez más individual. La internet, la televisión y los video juegos son medios de entretenimiento que  están incomunicando afectivamente a la gente. Además, la combinación de tecnología y conflictos personales acelera la pérdida de contacto con la realidad, tal como ha acontecido con Holmes, quien sin embargo, a juicio de la Dra. Giraldo, era plenamente consciente de lo que hacía debido a la cuidadosa planeación de su atentado. “Una de las cosas que pasa con estas personas, es que a partir de todo su imaginario van construyendo no sólo su propia realidad sino también un sentido ético propio en el que determinan qué es bueno y qué es malo. Hacen su propia escala y con ella juzgan al mundo”.
La temprana desintegración de las familias estadounidenses, es otro factor que acentúa los riesgos para su sociedad. “En Estados Unidos hay algo que los afecta profundamente y esto es el gran tamaño de sus brechas familiares. Los hijos se independizan rápido y hay relaciones interpersonales muy frías; cada uno va a su vivienda y nadie se preocupa por el otro”.
Los mundos irreales de los asesinos en masa suelen alimentarse de sus aficiones a temas con corte violento. Holmes, por ejemplo, tomó como modelo para perpetrar la masacre en el cinema un episodio del comic de Batman (del que era ferviente seguidor) en el que el Guasón llevó a cabo una ejecución de idénticas características. En el caso de los jóvenes que perpetraron la masacre de Columbine, su adicción a los videojuegos les hicieron desear explorar el nivel más alto al que podían aspirar: disparar armas de verdad contra gente de verdad. “Estos chicos tienen todo un imaginario y necesitan buscar la manera de hacerse notar; necesitan ser vistos, y proyectan esa imagen de una forma muy histérica”, comenta la psicóloga Giraldo.
El radicalismo ideológico
Aunque los desajustes mentales juegan un papel preponderante en este tipo de lamentables hechos sociales, existe una categoría de personas que desde el punto de vista psiquiátrico no son anormales pero que desde la perspectiva de su ideología extrema son individuos que rayan con el delirio. “Cuando se está ciegamente comprometido con un ideal o con un líder, el respeto por la vida se pierde y se vuelve secundario en función de esos ideales”, destaca la Dra. Giraldo, refiriéndose no sólo a asesinos confesos como Anders Behring Breivik (quien el año pasado mató en Noruega a 77 personas por motivos políticos) sino también a miles de actores armados en conflictos como el colombiano,  de cuyas acciones escasamente nos enteramos.

Señales de alerta
Sorprendió a las autoridades locales en Colorado saber que las acciones de James Holmes habían sido anunciadas por escrito pero que el cuaderno de anotaciones que contenía sus planes no llegó a tiempo a manos del  psiquiatra por una demora en el correo. De una u otra forma, en su angustioso llamado de atención, estos personajes desafortunados dan a conocer lo cerca que están del borde de su locura. Tal como lo afirma la psicóloga Isabel Cristina Giraldo, la posibilidad de que alguien con tales conflictos e intenciones esté cerca de nosotros y quizás en el seno de nuestra propia familia es algo que casi nunca se considera. No obstante, la amenaza de que algo así surja es muy real y por eso hay que estar atentos a las señales que nos advierten de una posible explosión emocional.  Ésta no necesariamente debe desencadenar en una acción violeta y agresiva pero sí, por ejemplo, en episodios de alto riesgo como intentos de suicidio. “La mayoría de personas que se descompensan emocionalmente por lo general  manifiestan signos de aislamiento, trastorno de sueño, cambios radicales de hábitos y  de comportamiento. No es raro que hablen solos o que establezcan ciertos rituales. Detectar situaciones así debe mantener en guardia a las familias pero no es fácil porque suele ser más fuerte la negación del problema. Los episodios de crisis toman a las familias desprevenidas”.
Equilibrio emocional y espiritualidad
Resulta paradójico que algunas de las personas implicadas en homicidios masivos tengan fuertes vínculos con su comunidad a nivel religioso, tal como sucedió con Holmes. Si aparentemente son personas espirituales, ¿qué puede estar fallando? El punto clave para que la iglesia sea proactiva al respecto es entender que la espiritualidad no puede estar separada de la vida en comunidad y que si bien la vida de la iglesia depende de Dios las relaciones reales y fuertes entre sus hijos son cruciales para que las personas no se sientan solas. Por eso resulta muy importante que el  acompañamiento pastoral (especialmente para quienes padecen crisis emocionales) esté enfocados no solamente en la terapia sino en ayudarles a los aconsejados a construir relaciones sociales significativas que les hagan sentir cuán valiosas son, no sólo para Dios, sino para los humanos de carne y hueso que les rodean.


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