miércoles, 3 de octubre de 2012

Guiando a tus hijos para establecer amistades sanas

Preparar a los hijos para la amistad, otro gran reto de crianza


El tema de las amistades de nuestros hijos es la llave de entrada en uno de los aspectos más críticos del desarrollo de su personalidad: la construcción de su dimensión social. Debido al potencial definidor del carácter que tienen las amistades, como padre o madre debes dedicar tiempo y esfuerzo a sembrar en tus hijos valores y actitudes fundamentales para establecer relaciones sanas con otras personas.

Una buena dosis de realidad es indispensable para abordar de forma efectiva el tema de las amistades de tus hijos. Esa dosis debe permitirte aceptar, ante todo, que por muy bien que creas ejercer tu rol de padre o madre, la influencia de los amigos en la vida de tus hijos será cada vez más creciente y definitiva. Proverbios 27:17 lo dice de forma muy clara: “Como el hierro se afila con hierro, así un amigo se afila con su amigo”. Conforme pasan los años y los hijos crecen pasan más tiempo con sus amigos, especialmente porque comparten con ellos la mayor parte de su tiempo.
Desde la perspectiva de la construcción de la personalidad, las relaciones de amistad les permiten a tus hijos desarrollar sus habilidades sociales, aprender a interactuar con otras personas y sobre todo a desenvolverse en el juego de influir sobre otros y ser influenciado. He aquí una de las grandes preocupaciones de los padres quienes muchas veces se sienten en el aire por no saber cómo guiar apropiadamente a sus hijos, especialmente en la época más crítica de sus vidas que es la adolescencia.
Al respecto, el miedo es un mal consejero y algunos padres optan por controlar en exceso e incluso aislar a sus hijos de lo que ellos consideran un mundo nocivo y corrupto. Sin embargo, mantenerse en ese extremo puede ocasionar precisamente el efecto contrario, porque al ser natural que tu hijo quiera relacionarse con el mundo quizás se salga de tus manos para intentar lograrlo. Por eso la sobreprotección nunca será la respuesta y en vez de ella debes asumir la preparación de tus chicos con amor, responsabilidad y acompañamiento.

El fundamento esencial de la autoestima
Desde la más temprana edad el cultivar una sana autoestima es definitivo para muchos aspectos de la vida, uno de ellos la amistad. Los profesionales de la psicología y la consejería recomiendan trabajar este punto porque está demostrado  que una baja autoestima genera vulnerabilidad en niños y jóvenes que luchan por encajar en su nicho social. Particularmente, al llegar a la adolescencia, la necesidad de ser aceptado es más fuerte que nunca en todos los seres humanos, y si la autoestima es baja y atribuye demasiado valor al reconocimiento ajeno, el riesgo de ser manipulado aumenta sensiblemente.
Ahora bien, por muy fuerte que sea la autoestima de tus hijos ellos siempre se verán moldeados en alguna medida por la influencia de sus amigos y asumirán el estilo de vida y los comportamientos de su círculo social. Al margen de esta realidad, debes reconocer y encausar positivamente tu propia influencia para enseñarles a escoger sus amistades de acuerdo a sus propios intereses, afinidades y expectativas. Por ejemplo, hacer que tus hijos tome lecciones de algún deporte, posiblemente los pondrán en contacto con personas semejantes, con quienes compartirán gustos y valores positivos como la disciplina.
"Dime con quién andas y te diré quién eres" es un refrán muy vigente y el cual te puede servir de partida para que eduques a tu hijo sobre la correspondencia que hay entre quiénes somos y quiénes nos acompañan por la vida.
Está comprobado que la mayoría de los estudiantes que se relacionan con chicos de liderazgo negativo y pobres resultados escolares decrecen en su propio rendimiento. En cambio, cuando se vinculan a personas esmeradas en sus estudios, el desempeño estudiantil se ve estimulado por el genuino deseo de destacarse académicamente y por el ánimo de consolidar así su pertenencia al grupo de amigos con el que se identifican. La pregunta que surge entonces es ¿cómo guiar y encausar a los hijos para que hagan decisiones correctas y sepan enfrentar las presiones sociales? Las pautas que leerás a continuación pueden darte mucha claridad para recorrer con éxito ese camino.
  1. Conversa de forma directa con tus hijos sobre el tema. Háblales de la importancia de saber escoger a sus amigos y de cómo en esa decisión ellos deben considerar su propia identidad, sus objetivos en la vida y sus valores. Haz que tus hijos se pregunten quiénes son y cómo se definen. De acuerdo a sus respuestas, así mismo deberán ser capaces de elegir a sus amistades, y mucho más tratándose de chicos que se han levantado en la fe cristiana. El Salmo 119:63 dice: “Soy amigo de todo el que te teme, de todo el que obedece tus mandamientos”. Por lo tanto, destaca mucho ante el entendimiento de tus hijos que tendrán amistades significativas y edificantes solo con aquellas personas que compartan sus valores más fundamentales como el amor a Dios. Entrénalos y afina su percepción enseñándoles a descubrir y valorar a los verdaderos amigos, a partir de sus actitudes y sus acciones. Siembra en ellos la sabiduría de Proverbios 18:24 que instruye al respecto: “Hay quienes parecen amigos pero se destruyen unos a otros; el amigo verdadero se mantiene más leal que un hermano”.
  2. Enséñales pautas claras para enfrentar con éxito las presiones sociales y las influencias negativas. Exponle a tus hijos, de forma clara y sin exageraciones, las situaciones de riesgo que pueden enfrentar en su vida social. De ser posible, procura siempre respaldar tus recomendaciones con los aciertos o los errores de tu juventud, porque así tus hijos sentirán que tus indicaciones están respaldadas por la experiencia y no te estás limitando simplemente a leerles una cartilla de comportamiento. Diles cómo enfrentar situaciones incómodas o riesgosas en las que sus valores se vean comprometidos. Trata sin rodeos temas cruciales como el sexo, la drogadicción o las pandillas. Ayúdales a reconocer sus propios límites para que sepan en qué situaciones es imperativo tomar distancia y alejarse. Haz énfasis en desarrollar en ellos la necesaria capacidad de decir “no”.
  3. Supervisa las amistades de tus hijos. En tanto ellos ganan experiencia y autonomía para discernir los corazones de las personas, debes acompañarlos, a prudente distancia, para ayudarles a identificar señales peligrosas en la conducta de sus amigos. Cuando te pidan permiso para ir a estudiar o a entretenerse en alguna actividad, asegúrate de saber dónde y con quién estarán tus hijos. Vence el miedo a parecer un entrometido y asume con discreción pero con firmeza esta labor de acompañamiento y supervisión que incluye, desde luego, conocer a los amigos de tus hijos. Para esto, ofrécete ocasionalmente a transportarlos juntos en tu auto, propicia situaciones de interacción informal en las que puedas darte una idea de sus ideas y conducta. Si tus chicos visitan la casa de sus amigos, haz lo posible por conocer a sus padres. Esto no solo ayuda a supervisar actividades sino que además marca una pauta de seguridad. Muchos jóvenes han resultado lastimados o abusados porque antes de autorizar la visita a un hogar extraño sus padres no se aseguraron de que el lugar ofreciera garantías mínimas de seguridad o la compañía de un adulto responsable. Adicionalmente, establece y comunica límites a las actividades que tus hijos puedan desarrollar con sus amigos, pues de este modo no sólo los supervisas sino que además los salvaguardas de relaciones absorbentes.
  4. Permite espacios libres y seguros para interactuar. Tus hijos necesitan su espacio para ser ellos mismos con sus amigos. Permíteles manejar un razonable porcentaje de su tiempo de manera libre pero también procura que se relacionen con otras personas de su edad a través de actividades seguras, recreativas y constructivas. Recuerda que en este aspecto no sólo está en juego la influencia que ejerce sobre ellos el entorno social sino también el desarrollo de sus habilidades sociales. Conforme crezcan en el manejo de esas habilidades y acorde con su edad y nivel de responsabilidad, aumenta sus libertades y permíteles demostrarte que son persona responsables y en vía de alcanzar la madurez. Evitarás de esta forma que se sientan asfixiados y lograrás que asuman las riendas de sus relaciones con base en tu confianza.
  5. Modela el comportamiento y el carácter de un buen amigo: Una imagen vale más que mil palabras. Sé un modelo de comportamiento y rectitud cuando te relaciones con tus amistades y vigila siempre el tono de tus actitudes no sólo con ellos sino con los demás miembros de tu familia. “Un amigo es siempre leal, y un hermano nace para ayudar en tiempo de necesidad” declara Proverbios 17:17, exhortando a jóvenes y adultos para que entendamos que la amistad no debe quedarse en la superficialidad o la formalidad y que debe motivarnos a asumir comportamientos a través de los cuales procuremos el bienestar de quienes llamamos nuestros amigos, al tiempo que en su compañía enriquecemos nuestra propia vida con su influencia favorable.

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