miércoles, 3 de octubre de 2012

Daniel y Bruno: hermanos de sangre y fe


Los hermanos Caamaño: más que ministros o hermanos, emprendedores de Dios

Aunque viven en costas opuestas (Daniel en Miami y Bruno en Los Ángeles) la distancia física no ha debilitado nunca la relación filial de los hermanos Caamaño. Por el contrario, unidos por la fe y la visión que Dios les ha revelado, han emprendido grandes proyectos que han prosperado con el respaldo celestial. Sus historias son muestra de que los fuertes vínculos de la sangre pueden hacerse sobrenaturales cuando están revestidos de fe y pasión por Dios.

Daniel Caamaño reconoce con sencillez pero con gran convicción que es el hombre más feliz de la tierra. Muchos podrán cuestionar su afirmación o disputarle el título pero en tanto él exponga como su bandera la felicidad que a diario le llena no es posible negar su declaración. Su hermano Bruno es quizás una de esas personas que también se consideren “elegibles” como el hombre más feliz  que habita en el planeta pero como el título no importa tanto como el sentimiento quizás prefiere dejar las cosas así. Sin embargo, el ser hombres felices, prósperos y llenos de propósito no implica que hayan sido ajenos a las dificultades o a las pruebas de la vida.
De hecho, siendo aún niños, vivieron su primera prueba de fuego, cuando el acogedor y tropical entorno de su Cuba natal cambió abruptamente el primero de enero de 1959. Ese día, como lo recuerda el pastor Daniel Caamaño, lo que se era un paraíso amaneció convertido en un infierno.
Su familia lo perdió todo y su única salida fue emigrar a Estados Unidos. En agosto de 1960, Daniel, Bruno y cuatro hermanas más llegaron con sus padres a un país tan desconocido como la isla tristemente transformada que dejaron atrás.
“Ya no era un país alegre, se convirtió en una base militar donde los niños dejaron de jugar para ponerse a marchar”, recuerda Daniel. “Me toco crecer muy rápido. En 1964 mis padres se dieron cuenta de que habían secuestrado a Cuba completamente y decidieron mudarse para Los Ángeles. Allí crecí, estudié y empecé en el mundo de negocios. Dado que el régimen cubano le quitó a mi padre una fábrica de tabaco, me tocó pensar en cómo ayudarlo económicamente, empezando desde cero. Arrancamos con un negocio pequeño, y empezamos a crecer. Mi padre era muy inteligente y luego de distribuir uno o dos artículos logramos convertirnos en distribuidores de más de 5000 artículos en el sur de California”.
Hombre de empresa convertido en hombre de Dios
El trabajo duro y las oportunidades bien aprovechadas hicieron prosperar las iniciativas de negocios que emprendieron los hermanos Caamaño. Fundaron sus propias familias y las cosas parecían marchar de maravilla. Sin embargo, la vida de Bruno fue ensombrecida por un espíritu opresor, difícil de identificar y causante de una confusión tal en su vida que creyó estar enfermo de muerte. Aunque tenía una familia hermosa y todos sus proyectos eran prósperos, Bruno fue presa de una depresión y un temor por la muerte del que no hallaba explicación. Sabía que Dios estaba cerca pero no le buscaba de una manera vehemente.
Pese a que los médicos lo declararon perfectamente sano, Bruno seguía sintiendo que estaba roto por dentro. Fue entonces cuando oró a Dios, despojado de toda autosuficiencia, solicitándole discernimiento sobrenatural. Apareció de repente un joven mexicano quien le pidió a Bruno ayuda para cambiar un billete. El joven se percató del notorio sufrimiento emocional de Bruno, y se convirtió en el instrumento que Dios usó para liberarlo de la opresión que hasta ese momento amenazó con destruir su vida. “Usted no se va a morir  pero necesita ya mismo a Jesús en su corazón”, dijo ese joven, para tocar de forma definitiva el corazón de Bruno.
“En el preciso instante en que mencionó el nombre del Señor fui liberado de aquel espíritu demoniaco que me había estado atormentando. Empecé a llorar como un bebé y allí, en la calle, invité a Cristo a entrar a mi corazón. Mi gozo fue indescriptible. Le di muchas gracias a Dios por rescatarme y le prometí que le serviría por el resto de mi vida. Durante los primeros tres años serví a Dios compartiendo mi gloriosa experiencia con mis socios de negocios y amigos. Aquel fue un periodo de plenitud y satisfacción”.
Las pruebas que fortalecen
En su proceso de ascenso empresarial, Bruno y Daniel  juzgaron oportuna y conveniente la posibilidad de importar banano desde Ecuador. Unos amigos les contaron de las excelentes ganancias que esta actividad les deparaba. Lo tomaron tan en serio que llegaron a controlar el 15% del banano que ingresaba a Los Ángeles. Sin embargo, las intrigas y las envidias de los competidores fueron la oportunidad para que los corazones de Daniel y Bruno fueran forjados.
Cuando esperaban uno de sus embarques de banano, los hermanos Caamaño fueron avisados de un problema legal que impedía la partida de uno de los barcos. De hecho, habían impedido que fuera cargado. Ante la magnitud de la inversión que estaba en juego, Bruno viajó a Ecuador para resolver personalmente el inconveniente. Al fin y al cabo, todos sus documentos estaban en regla y nada ilegal o irregular se hizo durante todo el proceso.
No obstante, al llegar a Ecuador, lo esperaban oficiales de la policía ecuatoriana quienes con base en las intrigas orquestadas por algunos competidores desleales, capturaron a Bruno y lo llevaron a una espantosa cárcel en la ciudad de Guayaquil. 
En medio de su hora más amarga, Bruno descubrió que el poder de Dios era inmenso para protegerlo. Su fe y su certeza en el Señor lo hicieron ponerse a la ofensiva espiritual y en vez de retraerse se convirtió en un ferviente evangelista que imponía manos y obraba prodigios en el nombre de Jesucristo. Hasta el criminal más peligroso de su sección se transformó de manera dramática y se transformó en su leal protector durante aquellos días de cárcel.
Mientras Dios le usaba como su embajador, Bruno le pedía a Dios por su libertad “¡Sácame de esta cárcel y te serviré por el resto de mi vida!” oró con mucho sentimiento en algún momento de desesperación. “En quince días estarás en libertad” oyó Bruno en su interior, como respuesta de Dios. No fue defraudado. Quince días después, se decretó la libertad de Bruno, quién regresó a los Estados Unidos dispuesto a abrazar a su familia pero, sobre todo, listo para honrar la promesa que le hizo a Dios desde la prisión de Guayaquil.
Un hermano angustiado esperaba
Antes de la liberación de Bruno y separado por un grueso muro de impotencia, Daniel no hallaba paz debido de a la situación de su hermano. Esta encrucijada que le dolía a todo su círculo familiar, fue la clave para dedicarse al servicio del Señor. Daniel, quien para la época tenía 33 años, recuerda que luego de superado el suceso las cosas no fueron nada fáciles pues perdieron su carga y tuvieron que pagar el regreso de las embarcaciones vacías. Tal cadena de infortunios por poco lleva a los hermanos Caamaño a la quiebra total.
Sin embargo, la vida de Bruno había sido salvada y era lo que más importaba. Estaban contentos por recibirle de nuevo en el seno del hogar y organizaron una fiesta a la que concurrieron más de 60 familiares. En ese momento y lugar, Bruno compartió su testimonio y les hizo ver a todos la necesidad que todos tenemos de Jesucristo. Daniel fue una de esas personas que abrieron sus ojos espirituales ese día para percibir el brillo y la contundencia del mensaje que les compartió Bruno. “Y ahí empezó mi verdadera vida”, relata sonriente Daniel quien ya no sólo celebró el rescate de su hermano sino su propio rescate y el de todo su núcleo familiar. “Los 60 que estábamos en mi casa, con mis cuñados y sobrinos, aceptamos todos a Jesucristo” rememora el pastor Daniel, recalcando que han pasado ya 32 años desde ese glorioso día y que todos los presentes en aquella fiesta de bienvenida hoy sirven al Señor de una u otra manera.
Un presente de bendiciones y responsabilidades
Bruno dejo de ser un hombre de negocios que sigue a Dios para convertirse en un ferviente seguidor de Dios que le sirve a Él a través de los negocios. Su nombre se dio a conocer de forma muy amplia en todo el mundo hispano debido a su Best Seller “La economía de Dios”, un libro en el que describe los fundamentos económicos del Reino de Dios para que las sociedades y las naciones alcancen la verdadera prosperidad.
Por su parte, Daniel fue forjado por Dios para llevarlo a ser en un reconocido pastor, padre de siete hijos y abuelo de 8 nietos que disfrutan con su esposa, la pastora Addy Caamaño, quien dirige el Ministerio Internacional “Alcanzando a la mujer de hoy”. Los pastores Caamaño están al frente del Centro Internacional de Oración en la ciudad de Miami, iglesia que se fundó con el apoyo y la participación de Bruno inicialmente en la ciudad de Los Ángeles. Hoy, bajo la cobertura apostólica de los hermanos Caamaño sirven a Dios a y la comunidad otras 19 iglesias que comparten el mismo nombre. Daniel, como su hermano Bruno, también tuvo un duro momento de prueba, hace cuatro años, cuando enfrentó el riesgo y la dura realidad de un derrame cerebral. Fue un episodio del que Daniel Caamaño salió fortalecido por que después de un pronóstico negativo y una cirugía muy peligrosa, el Señor actuó de forma poderosa para restablecer su salud y permitirle seguir al frente de su ministerio y de todas las responsabilidades que tiene a su cargo.
Una visión con alma…
Han sido muchas los proyectos que han emprendido juntos los hermanos Daniel y Bruno Caamaño con el inconfundible sello del apoyo de Dios para firmar el éxito. Uno de ellos es una gran iniciativa de medios de comunicación ampliamente conocida entre los cristianos hispanos como Almavisión. Quince años atrás en Bogotá, Colombia, Bruno recibió una palabra profética que confirmaba en anhelo de su corazón. Tres años después, se inició el primer canal de televisión en Los Ángeles que ya tiene un canal homólogo en la ciudad de Miami. En la ciudad del sol, también funciona la emisora radial de Almavisión que en la FM difunde su programación diaria a través de la frecuencia 87.7. Su cobertura no sólo llega a todo el sur de la Florida sino que gracias a un enlace con otra emisora de la frecuencia AM el mensaje del evangelio alcanza con claridad a la costa norte de Cuba, patria a la que los Caamaño nunca olvidan.
En el mercado editorial también han incursionado con éxito. La revista Almavisión al Día ya cumple un año de publicaciones, a través de las cuales se lleva información relevante y noticias del Reino de Dios a todos los cristianos hispanohablantes. Aunque ahora tiene como alcance la costa este de los Estados Unidos la proyección de su cobertura está planeada para tocar a todos los países de Latinoamérica y también España.
Aunque Daniel y Bruno han sido hombres conocedores del comercio de frutas y víveres, poco conocían de comunicaciones. Empero, la inexperiencia no impidió que la visión dada por Dios se pusiera en marcha. Él mismo fue trayendo a las personas que hacían falta para completar el rompecabezas técnico y creativo que se necesitaba para darle vida al gran proyecto de comunicaciones que les había sido entregado.
Respecto al futuro de este proyecto, el pastor Daniel Caamaño manifiesta: “Almavisión tiene el compromiso de llevar la palabra de Dios. Nos profetizaron que vamos a llevar la señal a todos los países de habla hispana, incluso a Guinea Ecuatorial, país que está en África. ¡Lo creemos! Dios es el CEO de Almavisión y para nosotros es claro que solo mayordomos temporales”.
Dada la fidelidad de Dios, demostrada en el cumplimiento de sus promesas en la vida de los hermanos Caamaño, la meta de llegar tan lejos está a la vuelta de la esquina. En el proceso el Señor seguramente les comisionará a alcanzar nuevas metas para las cuales seguirán siendo fundamentales su fuerte unión como hermanos pero, de manera definitiva, la fe y los propósitos comunes que Dios les ha dado.


1 comentarios:

  1. Dios es bueno y para siempre su misericordia...los felicito por dejarsen usar por Dios...yo veo ALMAVISION y me gusta mucho

    ResponderEliminar