miércoles, 3 de octubre de 2012

Cómo tener finanzas saludables


Guía práctica para un manejo equilibrado del dinero (Peter Boat)

Tanto en la abundancia como en la escasez hay que anteponer la sabiduría para evitar caer en muchas de las trampas que acechan respecto al manejo del dinero. Conozca claves sencillas y efectivas para mantener sanas sus finanzas personales o familiares.

Si es un hecho comprobado que el amor al dinero es la raíz de muchos males, como lo declara la Biblia, también es verdad que la laxitud en la administración de las finanzas es el origen de grandes dolores de cabeza.  Frente a temas financieros, como en todos los aspectos cruciales de la vida, es clave tener una posición de equilibrio. Al respecto, la Biblia nos provee de una gran sabiduría que podría resumirse en que el dinero en sí mismo no es malo y que por el contrario Dios  pone en nuestras manos recursos que, si sabemos administrar con cautela, se convertirán fuente de bienestar.

El presupuesto, un principio de oro
"Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; Mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza" (Proverbios 21:5) La manera más sencilla de definir un presupuesto es "anticipación". En efecto, elaborar un presupuesto familiar consiste básicamente en un cálculo "para hacerle frente a los gastos de la vida cotidiana" como se lee en el diccionario de la Real Academia de la Lengua.
Sin embargo, más allá del simple cálculo, el presupuesto es un instrumento de planeación financiera que, tal como sucede con un faro, es de gran utilidad para impedir que choquemos contra la ruina económica. Lo primero a tener en cuenta para valorar la importancia del presupuesto es entender que éste nos permite priorizar  lo más importante o urgente en el ordenamiento de nuestros gastos. Con las prioridades claras y la suma de los egresos a la vista, el presupuesto será nuestra guía para evitar gastar más de lo que se gana. Cuando hay consciencia del panorama financiero, es mucho más fácil evitar las compras por impulso que muchas veces son las causantes de los descalabros monetarios.
Cuando el balance de ingresos y egresos arroja un saldo positivo y nos entusiasma el hecho de contar con algún excedente el presupuesto también nos salva de despilfarro porque éste debo contemplar no sólo los gastos sino también metas que toda familia debe plantearse para mejorar su calidad de vida. Un presupuesto básico anticipa el gasto futuro. Un presupuesto avanzando es una herramienta para asegurar el bienestar del mañana.


Sentido común, el menos común de los sentidos entre los compradores
Hay que admitirlo. Vivimos en una era de marketing que sin atenuantes podemos calificar de violenta. Nos bombardea la publicidad por todos los medios posibles y llegan a nuestro buzón tentadoras ofertas que nos presionan con insistencia para que abramos la billetera. En el propósito de tener finanzas sanas a todo nivel resulta indispensable hacerse inmune a los espejismos que imponen falsas necesidades y antojos superfluos. Los expertos en mercadeo, antes que vendedores, son grandes maestros en el arte de despertar emociones y hacer sentir apetencias. Por eso, una vez más, hay que hacerle frente a la impulsividad y desecharla para adquirir la fortaleza de la reflexión.
En el momento de las compras, por ejemplo en el supermercado, hay que ejercitar el sentido común y el sano hábito de la comparación. Consiste en que miremos cantidades, calidades y ventajas para que de manera inteligente elijamos el producto que nos da mejor relación costo-beneficio. No siempre lo más barato es lo mejor ni lo más caro lo recomendable. Cada caso es diferente pero lo importante es extender la mano con sabiduría antes de poner artículos en el carro de compras.
Cubrir necesidades antes de satisfacer gustos es fundamental como norma de vida. Si hay deudas por pagar, éstas deben integrarse en la columna de los gastos como una prioridad, no sólo porque es de mal testimonio no responder a los acreedores sino también porque los intereses que las deudas generan son como un agujero en el bolsillo por el cual se van recursos que podrían tener un mejor destino.
Si después de cubrir necesidades y pagar deudas la balanza nos favorece, no es momento de quitarse el manto de la sabiduría y perder el control. Todo lo contrario, si se requiere ser prudente para administrar en la escasez, con mayor razón se necesita ser sabio para manejar la abundancia.
Muchas veces las dificultades económicas y los apretones de cinturón forjan capacidades y carácter. No suele ser igual cuando sobra el dinero, porque es muy fácil caer en los excesos y el desorden que nos desvían de nuestros propósitos vitales.
Darse un gusto o gastar en cosas que nos reportan placer no será malo si actuamos con mesura y buscando mantenernos fieles a nuestros principios y valores. Por eso, antes de comprar es bueno hacerse preguntas cómo
  • ¿Realmente lo necesito?
  • ¿Satisface una necesidad o un deseo? Si se trata de un deseo, ¿dejo de cubrir alguna necesidad básica?
  • ¿Afecta determinada compra o gasto mi estilo de vida o compromete mi testimonio?

Inteligencia financiera
En términos contemporáneos el dominio propio y la prudencia de las que habla la Biblia podrían traducirse, para asuntos económicos, como inteligencia financiera. El apóstol Pablo nos insta en Efesios 5:15 a "mirar con diligencia cómo andamos, no como necios sino como sabios". Con tantos depredadores del dinero el consejo es más que relevante y debe aplicarse con disciplina para que los recursos no desaparezcan como agua entre las manos.
Un principio clave de la inteligencia financiera consiste en evitar a toda costa las compras a crédito. Los bancos entregan con gran facilidad tarjetas para "comprar ahora y pagar después" que a la postre se convierten en la esclavitud financiera de consumidores promedio. Bien dice Proverbios 22:7 que "el que toma prestado es siervo del que presta". En vez de esto, resulta mucho más beneficioso cultivar el hábito del ahorro y desarrollar un sano sentido de la inversión.
Quien es financieramente inteligente, analiza sus gastos y los reduce al menor monto posible. Bien sea alguien que tiene un empleo o está por su cuenta, siempre busca oportunidades para hacer rendir sus ahorros y pone a trabajar su dinero en inversiones que le generen ingresos extra y no nuevos gastos. En este orden de ideas, ahorrar es mejor que gastar, pero invertir (con prudencia) es mejor que acumular.
Siembra y cosecharás
La inteligencia financiera puede convertirse en un instrumento frío y hasta mezquino si carece de generosidad. Ser buenos administradores del dinero y los recursos es indispensable si deseamos vernos libres de angustias económicas, pero ser generosos es imperativo si deseamos ver prosperar a nuestra comunidad, como todo creyente en Jesús debe anhelar. Desde una perspectiva que trasciende la lógica de las cifras, quien da con corazón generoso es recompensado. Dios ama y por tanto bendice al dador alegre como nos promete 2da. de Corintios 9:7. Por eso, aún en tiempos donde soplan fuertes vientos de recesión y austeridad, dar con alegría al que necesita y sembrar en la extensión del Reino son inversiones que en su momento Dios retribuirá con amor y abundancia.
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Presupuesto para Dummies.
Un presupuesto es fácil de llevar. No requiere conocimientos contables avanzados. En un papel o una en una hoja de cálculo (preferiblemente) determine tres columnas: detalle, ingreso y egreso. En “detalle”, escriba los nombres de sus entradas de dinero (salario, renta de un inmueble, etc.) y los nombres de los gastos (servicios, gasolina, etc.) En la columna “ingresos” apunte los valores de sus entradas, y en la de “egresos” los valores de sus salidas. Sume por separado los valores de las columnas y así obtendrá el resultado de cada una de ellas. La diferencia entre estos valores le mostrará si lo que ingresa le alcanza o no para cubrir sus gastos y de este modo hacer los ajustes necesarios.

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