Hablándole a tus niños sobre sexo con claridad y seguridad

Cuando llega la época de las “preguntas incómodas” toma la iniciativa

Parece que los hijos empiezan cada vez más temprano a hacer preguntas que de una u otra manera tienen relación con un tema que casi siempre toma por sorpresa a los padres: el sexo. Para evitar titubeos desorientadores y garantizarles a nuestros hijos una información sana y oportuna, a continuación presentamos algunas recomendaciones para que las charlas sobre el sexo estén marcadas por el equilibrio y la naturalidad.

Por lo general nuestros hijos lucen tan felices e interesados en el mundo fantasioso de sus juegos que casi siempre nos toma completamente por sorpresa el día en que despierta su curiosidad sobre el sexo. En teoría, algunos padres racionalizan ese evento futuro, diciéndose a sí mismos que serán naturales y amigables. La realidad parece otra pues llegado el momento (y más cuando quien pregunta tiene poca edad) todos esos argumentos lógicos se diluyen en incoherencias y algunas veces en evasivas.

Para que puedas cumplir con éxito tu labor orientadora en este aspecto crucial de la vida de tus hijos, te invitamos a considerar y aplicar las siguientes recomendaciones.

Conoce las respuestas antes de que vengan las preguntas. El hecho de que nos creamos bien informados sobre el tema del sexo no significa necesariamente que estemos bien preparados para informar y educar al respecto. Por esta razón es muy importante prepararse de antemano, informándose sobre las pautas básicas para establecer una comunicación adecuada con los más pequeños. Un buen sitio para comenzar es: http://www.plannedparenthood.org,  sitio dedicado a brindar orientación para padres en este y otros temas de crucial importancia para la educación. Es muy importante no perder de vista que la metodología y la información que usemos para formar a nuestros hijos no debe crear conflicto con los principios y valores de la fe. En este sentido, antes de considerar aplicar un material de orientación específico, es conveniente que toques el tema con algún consejero profesional con trasfondo cristiano o incluso con los pastores encargados de los niños en tu iglesia. Esto te permitirá filtrar algunas tendencias erróneas que pueden ser nocivas para tus niños y que hacen parte de algunas posturas en el amplio y diverso caudal de la psicología.

La clave de la naturalidad es la verdad. Para hablar de sexo con tus niños y no enrojecer en el intento, el truco consiste en no inventar falsas salidas ni evadir las preguntas. Los niños que naturalmente leen el lenguaje corporal y las voces temblorosas sabrán que algo les ocultas. Sin embargo, tampoco se trata de liberar sobre ellos una avalancha de información que puede abrumarlos. El punto de equilibrio está en proporcionarles el conocimiento que necesitan a medida que ellos lo van requiriendo y conforme lo van preguntando. De hecho, cuando tus niños te hagan una pregunta como “de dónde vienen los niños” empieza a hacerle preguntas con las que puedas evaluar qué ideas tiene sobre el tema. Tales ideas serán un punto de partida para darle claridad sobre el asunto que lo inquieta. Recuerda, es crucial hablarle en el momento justo. No pretendas “adelantarles información” porque crees que ya está grande o es muy maduro para asumirlo. Deja que ellos tomen la iniciativa y así fluirá todo naturalmente. Tampoco te vayas al extremo opuesto usando como escudo una supuesta inmadurez de su parte, por lo cual mejor esperas a que “estén más grandecitos”.

Llama las cosas por su nombre. Uno de los primeros hechos que mueven las conversaciones entre los niños y sus padres hacia el tema del sexo es el momento en que nos referimos a las partes del cuerpo, en especial los genitales. Pretendiendo darle nombres más “amables” para suavizar su proceso de aprendizaje, lo que hacemos en realidad es confundirlos con eufemismos, porque en algún momento descubrirán que esas partes a las que llamaron con nombres chistosos no corresponden a la realidad.  Además enviamos un mensaje equivocado, porque cuando cambiamos los nombres, por ejemplo de los genitales, damos a entender que esas palabras son vergonzosas o sucias. Muy por el contrario enséñales a tus hijos que por ser creación de Dios, todo en ellos es bello y que cada parte de su cuerpo fue creada con un propósito maravilloso del cual no deben avergonzarse.

Algunas investigaciones revelan que historias como las de las abejas y las coliflores, que algunos padres usan para evitar que sus niños se inicien precozmente en la sexualidad, tienen un efecto totalmente contrario. Cuando sepan que tales fábulas han sido una distracción desconfiarán de sus padres y buscarán afanosamente la verdad en otras fuentes que no siempre quieren lo mejor para ellos.

Ten en mente este punto clave: al darles información clara y concreta sobre el sexo a tus niños, sin asomo de dudas o evasivas, cuando sean adolescentes acudirán también a ti porque habrán desarrollado la sana percepción de que tú eres quien mejor sabe orientarlos o informarlos.