miércoles, 3 de octubre de 2012

Fe que vale oro


Cuatro ganadoras del oro en Londres 2012 hablan del significado de Dios en sus vidas

No van a la misma iglesia y quizás no se conocen mucho entre ellas. Sin embargo, tienen dos cosas en común que han sido fundamentales para alcanzar sus triunfos dorados: Dios es su fortaleza y toda la gloria la dedican al Señor.

Los Juegos Olímpicos de Londres 2012 serán recordados no sólo por el impresionante cubrimiento informativo sino también por la manera como sus hechos se difundieron a través de las redes sociales, especialmente Twitter. Muchos  atletas dieron a conocer al mundo, en 140 caracteres, su sentimiento de júbilo y su agradecimiento al lograr alguna de las codiciadas medallas en disputa. Entre tantos tweets que circularon por la red, brillaron algunos que, además de resplandecer con la buena noticia de haberse alzado con el oro, reconocieron en el éxito alcanzado la presencia de Dios.
Aunque son muchos los deportistas cristianos que participaron en estas justas, en Almavisión destacamos a cuatro chicas doradas, que además de  alcanzar con méritos el sitio más alto del podio en sus especialidades, no desaprovecharon la plataforma de los medios para compartir su fe y darle la gloria a Dios.
Sanya Richards-Ross: “Mi fortaleza viene de arriba”
Aunque es jamaiquina de nacimiento, Sanya Richards-Ross tiene nacionalidad estadounidense, refrendada en el hecho de correr desde los siete años en territorio norteamericano, más exactamente en Fort Lauderdale, Florida. Su excelencia académica también estuvo siempre a la par de sus logros atléticos, los cuales obtuvieron su primer gran reconocimiento al ser declarada mejor atleta femenina de secundaria de los Estados Unidos, en el año 2002. De ahí en adelante, su nombre haría parte de muchos titulares de prensa: campeona mundial en Paris (2003) y Osaka (2007) como parte del equipo norteamericano de relevos femeninos en la modalidad de 4 x 400 metros. En los 400 metros planos individuales, su otra especialidad, alzó su primer oro en los mundiales de Berlín, en el 2009.
A nivel Olímpico, visitó lo más alto del podio en Atenas 2004, Beijing, 2008 y, recientemente, en Londres 2012 por cuenta de sus triunfos en la carrera de relevos 4 x 400. Así, Sanya y sus compañeras, han demostrado tres veces consecutivas que son las reinas de la velocidad.
Antes de que terminara esta olimpiada, Sanya logró el último mérito individual que le faltaba al coronarse campeona olímpica en los 400 metros planos, luego de que ese honor le fuera esquivo en Beijing 2008, donde obtuvo bronce.
Actualmente vive en Austin, Texas, donde se congrega en una iglesia bautista. Abrazó la fe desde los 12 años y mientras no esté de viaje o compitiendo procura ir todos los domingos a la iglesia.
El 5 de agosto, tras saborear la victoria de su primer oro olímpico en solitario, Sanya Richards-Ross publicó en su cuenta de Twitter: “He soñado con este momento por mucho tiempo pero nada se compara con este sentimiento. ¡Nunca renuncies a tus sueños! Dios es bueno.”
Un día después, luego de ganar la tercera medalla consecutiva en los 4 x 400 compartió: “Mi fortaleza viene de arriba. Qué bendición tener este momento”.
En una entrevista antes del inicio de los últimos juegos olímpicos, Sanya expresó que su paz y su fuerza interior se acrecentaban por el poder del Señor. “Mi fe también me anima a dar lo mejor. Yo sé que mi talento es un don de Dios para mí y la manera como yo lo uso es mi regalo para Él”.
Nada la perturba, porque la íntima comunión con Dios, a lo largo de toda su carrera atlética, le ha enseñado a confiar en Él. “He aprendido que Dios siempre está a tiempo. A veces pasan cosas que no podemos entender  y pensamos que Dios se ha  olvidado de nosotros, pero no es verdad. Debemos pasar por situaciones para descubrir que Dios está trabajando por nosotros. Mientras todo pasa, debemos agradecerle por todas las cosas”.
Missy Franklin: “Dios me bendijo mucho”
Mientras más de medio mundo estaba pendiente del momento en que Michael Phelps rompería el récord de mayor número de medallas obtenidas por un atleta, a lo largo de sus participaciones en los olímpicos, Missy Franklin hacía con discreción y diligencia su mejor esfuerzo en las piscinas, para cosechar al final 4 medallas de oro en exigentes pruebas de natación.
En efecto, en Londres 2012, Missy fue la reina de los 100 y los 200 metros espalda, así como una de las fichas claves para llevarse el máximo honor en los relevos 4 x 100 (estilo libre)y 4 x 200 (estilos combinados). Esta formidable nadadora de 1.85 metros de estatura, y apenas 17 años, empezó a nadar desde los siete bajo la tutela del destacado entrenador  Todd Schmitz. Durante los mundiales de Dubai y Shanghai (2010 y 2011, respectivamente), hizo presentir al mundo que haría grandes cosas en la primera oportunidad olímpica que tuviera.
Missy cuenta que la religión no fue nunca una prioridad en la formación que le dieron sus padres. Sin embargo, durante su primer año de secundaria, ella visitó el Regis Jesuit High School, lugar donde experimentó una gran paz. “Desde ese momento sentí que Dios estaba conmigo”, le contó Missy al periodista cristiano Chad Bonham, antes de viajar a Londres. “Uno de mis momentos favoritos es cuando voy a la hermosa capilla de la escuela donde paso tiempo con Dios”.
La presencia del Señor en su vida la acompaña mucho más allá de esa capilla y así lo sintió durante las competiciones en las que obtuvo preseas doradas. “Dios siempre está allí para mí. Yo hablo con él antes, durante y después de las prácticas y las competiciones. Oro buscando su guía. Le agradezco por este talento que Él me ha dado y quiero ser un modelo a seguir para muchos atletas jóvenes en todos los deportes”.
En Twitter, Missy compartió: “Estoy muy agradecida por todo lo que ha pasado. Dios me ha bendecido mucho. Gracias a todos por el amor y el apoyo”.

Allyson Felix: “Que se haga Su voluntad, no la mía”
Esta atleta californiana de impresionante trayectoria, nació en Los Ángeles en 1985. Desde muy niña estuvo en contacto con los valores de la fe cristiana, pues su padre Paul, es ministro ordenado y profesor de Nuevo Testamento en el Master’s Seminary de Sun Valley. Aunque siempre admiró a su hermano Wes, también corredor,  tres años mayor que ella, no imaginó en su adolescencia que su propio éxito sería tan rotundo. Pese a proclamarse campeona mundial juvenil de los 100 metros planos, en el 2001, Allyson Felix se hizo especialista en los 200 metros planos. Corriendo esta prueba se ha coronado campeona en tres mundiales consecutivos de atletismo: Helsinki 2005, Osaka 2007 y Berlín 2009.
La misma triple corona de Sanya Richards-Ross, la ostenta Allyson, pues fueron compañeras de triunfo en la competencia de relevos 4 x 400 metros en los  mismos campeonatos. En los juegos olímpicos de Atenas y Beijing, las medallas de plata que obtuvo no fueron motivo de conformidad pues en su último intento lo dio todo en la pista para llevarse de Londres la presea dorada que en dos citas olímpicas se le había escapado. Justo antes de esa competencia, con la presión de su tercer intento para lograr el oro, Allyson escribió en Twitter: “He esperado mucho por esta oportunidad. Oro porque su voluntad sea hecha, no la mía. Estoy lista para dejar correr mi corazón”.
Filipenses 1:21 es uno de sus pasajes favoritos: “Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia”. Las palabras de este versículo han sido cruciales para ella, pues la han ayudado a mantenerse centrada a la hora de determinar las prioridades correctas para su vida. “La fe me inspira. Es la verdadera razón por la que corro. Siento que mi capacidad para correr es un regalo de Dios y es mi responsabilidad usarla para glorificarlo”, afirmó, llena de convicción,  durante una reciente entrevista.

Gabby Douglas: “La Gloria es de Dios”
A sus 16 años, Gabrielle Douglas es una promesa de la gimnasia artística que ya se hizo realidad sin haber desplegado aún todo su potencial. Su sonrisa, entre juvenil e infantil, es indicio innegable de su satisfacción ganadora, mezclada con el honor de ser la primera gimnasta afroamericana en lograr una medalla de oro en toda la historia de los juegos olímpicos.
Quién fue primera en el podio de la gimnasia artística en Londres, nació el último día de 1995, un 31 de diciembre. La insistencia de su hermana Arielle la llevó a iniciarse en la práctica de la gimnasia, cuando apenas tenía siete años. Un año después ya ganaba su primer campeonato regional en el estado de Virginia. Luego de algunos torneos nacionales y tras su brillante actuación en los Juegos Panamericanos de Guadalajara, Gabby se perfiló como una seria aspirante al podio en otros certámenes como el mundial de Tokio, en el que obtuvo con el equipo estadounidense la medalla de oro.
En Londres, además de la gloria colectiva, tras contribuir con su desempeño a que su equipo alcanzara la cima, disfrutó la satisfacción del logro individual al ganar la presea dorada de su especialidad.
Detrás de esta deportista alegre y optimista hay una familia que desde muy niña creó a su alrededor una plataforma personal de impulso que tiene cimientos espirituales muy fuertes. Durante los días de competiciones olímpicas, sus padres nunca dejaron de enviarle pasajes de las escrituras que ella esperaba con puntualidad para cobrar fuerzas. Timothy Douglas, padre de Gabby, dice que está muy orgulloso de su hija no sólo por sus logros deportivos sino por la forma en que ha representado el trasfondo cristiano y la fe de su país.
“Mi fe ha sido definitivamente fortalecida. He meditado en las escrituras y he declarado algunos versículos para edificar en mí una fe más fuerte cada día”, sostuvo Gabby durante una rueda de prensa en la villa olímpica. “Orar antes de la competencia me da confianza y eleva mi autoestima”.
En las redes sociales, Gabby agradeció el apoyo de todas las personas que la animaron y aprovechó la oportunidad para recordarles que debemos glorificar en todo tiempo el nombre de Dios. “¡Gracias por todo! Estoy muy agradecida con Dios porque realmente me ha bendecido. Recuerden siempre darle la gloria porque Él es grande”.
 
En los momentos de gloria, como también en los momentos difíciles en los que es resultaría fácil dudar de Dios, Gabby, Allyson, Missy y Sanya han demostrado que la fidelidad de Dios es aún más cierta y valiosa que el metal dorado que obtuvieron en Londres. Por eso no vacilan en dedicarle sus preseas a su mentor y entrenador celestial.

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