Guía práctica para un manejo equilibrado del dinero (Peter Boat)
Tanto en la abundancia como en la escasez hay que
anteponer la sabiduría para evitar caer en muchas de las trampas que acechan
respecto al manejo del dinero. Conozca claves sencillas y efectivas para
mantener sanas sus finanzas personales o familiares.
Si es un hecho
comprobado que el amor al dinero es la raíz de muchos males, como lo declara la
Biblia, también es verdad que la laxitud en la administración de las finanzas
es el origen de grandes dolores de cabeza.
Frente a temas financieros, como en todos los aspectos cruciales de la
vida, es clave tener una posición de equilibrio. Al respecto, la Biblia nos
provee de una gran sabiduría que podría resumirse en que el dinero en sí mismo
no es malo y que por el contrario Dios
pone en nuestras manos recursos que, si sabemos administrar con cautela,
se convertirán fuente de bienestar.
El presupuesto, un principio de oro
"Los
pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; Mas todo el que
se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza" (Proverbios 21:5) La
manera más sencilla de definir un presupuesto es "anticipación". En
efecto, elaborar un presupuesto familiar consiste básicamente en un cálculo
"para hacerle frente a los gastos de la vida cotidiana" como se lee
en el diccionario de la Real Academia de la Lengua.
Sin embargo, más
allá del simple cálculo, el presupuesto es un instrumento de planeación
financiera que, tal como sucede con un faro, es de gran utilidad para impedir
que choquemos contra la ruina económica. Lo primero a tener en cuenta para
valorar la importancia del presupuesto es entender que éste nos permite
priorizar lo más importante o urgente en
el ordenamiento de nuestros gastos. Con las prioridades claras y la suma de los
egresos a la vista, el presupuesto será nuestra guía para evitar gastar más de
lo que se gana. Cuando hay consciencia del panorama financiero, es mucho más
fácil evitar las compras por impulso que muchas veces son las causantes de los
descalabros monetarios.
Cuando el balance
de ingresos y egresos arroja un saldo positivo y nos entusiasma el hecho de
contar con algún excedente el presupuesto también nos salva de despilfarro
porque éste debo contemplar no sólo los gastos sino también metas que toda
familia debe plantearse para mejorar su calidad de vida. Un presupuesto básico
anticipa el gasto futuro. Un presupuesto avanzando es una herramienta para
asegurar el bienestar del mañana.
Sentido común, el menos común de los sentidos entre los
compradores
Hay que admitirlo.
Vivimos en una era de marketing que sin atenuantes podemos calificar de
violenta. Nos bombardea la publicidad por todos los medios posibles y llegan a
nuestro buzón tentadoras ofertas que nos presionan con insistencia para que
abramos la billetera. En el propósito de tener finanzas sanas a todo nivel
resulta indispensable hacerse inmune a los espejismos que imponen falsas
necesidades y antojos superfluos. Los expertos en mercadeo, antes que
vendedores, son grandes maestros en el arte de despertar emociones y hacer
sentir apetencias. Por eso, una vez más, hay que hacerle frente a la
impulsividad y desecharla para adquirir la fortaleza de la reflexión.
En el momento de
las compras, por ejemplo en el supermercado, hay que ejercitar el sentido común
y el sano hábito de la comparación. Consiste en que miremos cantidades,
calidades y ventajas para que de manera inteligente elijamos el producto que
nos da mejor relación costo-beneficio. No siempre lo más barato es lo mejor ni
lo más caro lo recomendable. Cada caso es diferente pero lo importante es extender
la mano con sabiduría antes de poner artículos en el carro de compras.
Cubrir necesidades antes
de satisfacer gustos es fundamental como norma de vida. Si hay deudas por
pagar, éstas deben integrarse en la columna de los gastos como una prioridad,
no sólo porque es de mal testimonio no responder a los acreedores sino también
porque los intereses que las deudas generan son como un agujero en el bolsillo
por el cual se van recursos que podrían tener un mejor destino.
Si después de
cubrir necesidades y pagar deudas la balanza nos favorece, no es momento de
quitarse el manto de la sabiduría y perder el control. Todo lo contrario, si se
requiere ser prudente para administrar en la escasez, con mayor razón se
necesita ser sabio para manejar la abundancia.
Muchas veces las
dificultades económicas y los apretones de cinturón forjan capacidades y
carácter. No suele ser igual cuando sobra el dinero, porque es muy fácil caer
en los excesos y el desorden que nos desvían de nuestros propósitos vitales.
Darse un gusto o
gastar en cosas que nos reportan placer no será malo si actuamos con mesura y
buscando mantenernos fieles a nuestros principios y valores. Por eso, antes de
comprar es bueno hacerse preguntas cómo
- ¿Realmente lo necesito?
- ¿Satisface una necesidad o un deseo? Si se trata de
un deseo, ¿dejo de cubrir alguna necesidad básica?
- ¿Afecta determinada compra o gasto mi estilo de vida
o compromete mi testimonio?
Inteligencia financiera
En términos
contemporáneos el dominio propio y la prudencia de las que habla la Biblia
podrían traducirse, para asuntos económicos, como inteligencia financiera. El
apóstol Pablo nos insta en Efesios 5:15 a "mirar con diligencia cómo
andamos, no como necios sino como sabios". Con tantos depredadores del
dinero el consejo es más que relevante y debe aplicarse con disciplina para que
los recursos no desaparezcan como agua entre las manos.
Un principio clave
de la inteligencia financiera consiste en evitar a toda costa las compras a
crédito. Los bancos entregan con gran facilidad tarjetas para "comprar
ahora y pagar después" que a la postre se convierten en la esclavitud
financiera de consumidores promedio. Bien dice Proverbios 22:7 que "el que
toma prestado es siervo del que presta". En vez de esto, resulta mucho más
beneficioso cultivar el hábito del ahorro y desarrollar un sano sentido de la
inversión.
Quien es
financieramente inteligente, analiza sus gastos y los reduce al menor monto
posible. Bien sea alguien que tiene un empleo o está por su cuenta, siempre
busca oportunidades para hacer rendir sus ahorros y pone a trabajar su dinero
en inversiones que le generen ingresos extra y no nuevos gastos. En este orden
de ideas, ahorrar es mejor que gastar, pero invertir (con prudencia) es mejor
que acumular.
Siembra y cosecharás
La inteligencia
financiera puede convertirse en un instrumento frío y hasta mezquino si carece
de generosidad. Ser buenos administradores del dinero y los recursos es
indispensable si deseamos vernos libres de angustias económicas, pero ser
generosos es imperativo si deseamos ver prosperar a nuestra comunidad, como
todo creyente en Jesús debe anhelar. Desde una perspectiva que trasciende la
lógica de las cifras, quien da con corazón generoso es recompensado. Dios ama y
por tanto bendice al dador alegre como nos promete 2da. de Corintios 9:7. Por
eso, aún en tiempos donde soplan fuertes vientos de recesión y austeridad, dar
con alegría al que necesita y sembrar en la extensión del Reino son inversiones
que en su momento Dios retribuirá con amor y abundancia.
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Presupuesto para
Dummies.
Un presupuesto es
fácil de llevar. No requiere conocimientos contables avanzados. En un papel o
una en una hoja de cálculo (preferiblemente) determine tres columnas: detalle,
ingreso y egreso. En “detalle”, escriba los nombres de sus entradas de dinero
(salario, renta de un inmueble, etc.) y los nombres de los gastos (servicios,
gasolina, etc.) En la columna “ingresos” apunte los valores de sus entradas, y
en la de “egresos” los valores de sus salidas. Sume por separado los valores de
las columnas y así obtendrá el resultado de cada una de ellas. La diferencia entre
estos valores le mostrará si lo que ingresa le alcanza o no para cubrir sus
gastos y de este modo hacer los ajustes necesarios.
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