A los justos los guía su integridad; a los
falsos los destruye su hipocresía.
Proverbios 11:3
Si buscamos la palabra
“integridad” en el diccionario, su significado es tan claro como el agua. Sólo
por mencionar algunos de sus sinónimos, considera las siguientes palabras: honradez,
rectitud, entereza, honestidad, decencia, lealtad, y honorabilidad, entre
muchas otras que podrían citarse.
La amplitud y profundidad
de este término nos reta a ser personas de corazón limpio. Sin embargo,
responder con valentía y constancia a este desafío no suele ser fácil. Todos pasamos
por momentos en los que resulta más
fácil ser deshonestos. Incluso, podemos llegar a hacer cosas en contra de nuestros principios
para guardar las apariencias y no quedar mal con los demás. Las malas
influencias, la falta de fe y la salida fácil del engaño parecen alejarnos de
ese paradigma de comportamiento que Jesús modeló para todos los que nos
declaramos sus seguidores y en el que siempre será importante el buen
testimonio.
Aunque los logros de
nuestra vida sean sobresalientes, la falta de integridad es una mancha en la
hoja de vida, perceptible por Dios y por nuestra propia conciencia, que tiene
que lidiar con el vergonzoso peso de no haber actuado como corresponde a los
creyentes genuinos.
Si al leer este
panorama sientes que no quieres vivir más en ese nivel de mediocridad
espiritual al que tantos ya se han acostumbrado, es momento de cobrar ánimo y
tomar la siempre disponible ayuda de Dios para salir airosos de esas
situaciones, presentes o venideras, en las que se pone a prueba el carácter.
Este es el momento de decir “no más” y empezar una vida en la que es posible
llevar la frente en alto. Esa nueva vida parte de una decisión que marcará el
rumbo del resto de tu vida: decidir, de una vez por todas, caminar en
integridad.
Dios va a respaldarte
si tomas muy en serio el llamado que Él te hace a la integridad. Por eso, si
quieres llegar a ser parte de la lista dorada de los íntegros y vivir en la
plenitud que esa condición implica, es perentorio que asumas sin vacilaciones
una actitud de rechazo a todo lo que
está mal, que conlleva corrupción o que de una u otra forma está en
oposición a la luz de la palabra.
No vendas tu
integridad a ningún precio y recupera ese lugar de dignidad al lado del Señor.
Así, no sólo alegras el corazón de Dios sino que además establecerás un ejemplo
a seguir, digno de admirar por tus hijos.
Una pauta de vida que
te permitirá fluir con naturalidad en el camino de la integridad consiste en
que pienses antes de actuar y midas las consecuencias prácticas y espirituales
de la decisión que estás por tomar. Si es una decisión que marcará una diferencia
en tu vida o en la de otros, asegúrate de hacer lo correcto delante de Dios.
El Señor está llamando
a la integridad a todos sus hijos, de la misma forma como un general convoca a
todos sus soldados. Si sientes que por actos o decisiones en tu vida el peso de
las consecuencias no te deja moverte con facilidad hacia el frente, pídele
perdón a Dios de corazón y Él aliviará tu carga y fortalecerá tu ser para que
puedas correr nuevamente en la verdad. Ahora mismo, Él abre sus brazos y te
quiere dar una oportunidad.
Aléjate de todo ahora
mismo y haz una oración en la que reconozcas que ha sido difícil para ti
resistir la influencia de la corrupción y el camino fácil. Exponle esas áreas
de tu vida (relaciones personales, familia, trabajo) en las que la falta de
integridad ha traído tinieblas y entrega en sus manos
todas las situaciones que recuerdes. Pídele a su Santo Espíritu que te
fortalezca para resistir y declárale tu compromiso para cambiar y convertirte
en luz y sal; en una persona cuyo testimonio pueda afectar de manera positiva
al mundo.
Sella hoy con el Señor
ese compromiso y guarda tu corazón como el más preciado de los tesoros para que
se mantenga en el vigor y la pureza de la integridad.
Si quieres profundizar
más sobre éste y otros temas, te invito a leer mis libros “Un día a la vez” y
“A solas con Dios”. Búscame también en www.claudiapinzon.com y
escúchame cada mañana en Almavisión Radio, 87.7 FM, desde las 6:30 a.m.
Bendiciones,
Claudia Pinzón
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