Tres grandes baluartes de la fe partieron a la
presencia del Señor en la primera mitad del 2011
miércoles, 3 de octubre de 2012
Los Titanes que viajaron
15:18
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Emprendedores,
pioneros y entregados a Dios. Tres cualidades en común para describir el paso
por la tierra de tres hombres extraordinarios que dedicaron su vida a extender
el Reino de Dios, comunicando con una convicción sobrenatural el mensaje del
evangelio, mucho más allá de lo que quizás ellos mismos llegaron a imaginar.
David Wilkerson,
Ignacio Guevara y John Stott se fueron de este convulsionado mundo, no sin
antes haberlo dejado un poco mejor de como lo encontraron. De eso pueden dar fe
las miles de personas que fueron tocadas y transformadas por el Señor a través
del testimonio y los mensajes de estos hombres que un día decidieron abandonar
la seguridad de vidas cómodas y convencionales para dar un paso de fe. Este
sentido reconocimiento tiene como meta lo que ellos mismos desearon hacer con
sus vidas: inspirar a otros para seguir con pasión los pasos de Jesucristo.
David Wilkerson
1931-2011. El
tranquilo poblado de Barnesboro, en Estados Unidos, vio crecer en sus calles
provincianas a un jovencito de familia cristiana que a los 8 años afirmaba
querer convertirse en ministro cristiano y a los 14 demostró que hablaba en
serio, comenzando a predicar con denuedo la Palabra de Dios. El joven David se
entregó por completo a su llamado y al terminar la secundaria ingresó al
Instituto Bíblico Central de las Asambleas de Dios de donde saldría
directamente a ejercer el su ministerio pastoral, recién casado con su amada
Gwen, en 1953.
Durante cinco años
pastoreó sin mayores retos las almas de sus coterráneos hasta que en 1958,
conmovido por informes de prensa que daban cuenta de las terribles
consecuencias de la violencia y el tráfico de drogas en la ciudad de Nueva
York, decide trasladarse a la Gran Manzana, para predicar el evangelio a las
feroces pandillas que necesitaban un mensaje de esperanza.
En este ambiente
peligroso, aún para un ministro de Dios, Wilkerson conoció a Nicky Cruz, un
joven lleno de odio que lo amenazó de muerte y que incluso llegó a agredirlo
físicamente. Sin embargo, movido por una compasión sobrenatural, David insistió
en visitar el vecindario de Nicky y justo cuando Cruz y la pandilla bajo su
mando planeaban un mortífero ataque en contra del ministro, vino sobre Nicky la
convicción del pecado y el arrepentimiento que lo llevaron a entregar su vida a Jesucristo de la mano de
David. Así nació un nuevo hombre que dejó atrás la violencia y que emprendió un
otro camino que lo llevaría a ser como su mentor y amigo; un ganador de almas
que fundó un prominente ministerio para los latinos en Estados Unidos.
Este poderoso
testimonio quedó plasmado en un libro y una posterior película que conmoverían
al mundo. "La cruz y el puñal", más que un referente de la historia
evangélica moderna se convirtió en una inspiradora bandera para miles de
misioneros que siguieron la senda de Wilkerson, quien hasta el momento de su
repentina muerte, en un absurdo accidente de tránsito, se mantuvo muy activo en
la causa del evangelio.
Ignacio Guevara
(1914 -2011) Desde
niño, a Ignacio le fascinó la idea de recorrer el mundo, aunque al principio no
tenía muy claro el propósito de sus travesías. Mientras infantes como Ignacio
jugaban en el patio de sus casas, él ya recorría solo las calles frías de
Bogotá, la capital de Colombia, luego de escapar de su casa en la tranquila
población cundinamarquesa de Guachetá. Fascinado por la gran capital, pagó el
precio de tener que dormir en las calles, hasta que, a los 16 años, se
convirtió en un andariego modestamente remunerado y hasta armado. Así se unió
al ejército y posteriormente a la policía donde alguna vez le asignaron la
misión de custodiar a los misioneros James y Rheta Golden quienes habían sido
víctimas de un atentado. Cuando le correspondió a Ignacio el turno de
vigilancia en la casa de los predicadores, se produjo un impactante encuentro
en el que el joven policía aceptó la invitación de los misioneros para recibir
a Jesucristo en su corazón. Un inexplicable llanto y la necesidad de abrazar a
Dios con todas las fuerzas de su fe, dieron inicio a una fogosa vida en el
Evangelio que llevaría a Ignacio Guevara a emprender titánicos proyectos como
fundar la Misión Panamericana en 1956 y dar a luz a la emisora insignia de los
evangélicos en Colombia: Radio Nuevo Continente.
John Stott
(1921-2011) Quién
ha sido calificado por muchos como el pensador cristiano más influyente del
siglo XX, vio la luz del mundo en la ciudad de Londres, donde creció
debatiéndose entre el agnosticismo de su padre y la fe luterana de su madre.
Cuando tenía 17 años, asistió a una conferencia que cambiaría su vida para
siempre. En aquella ocasión se encontró cara a cara con el ya legendario
predicador Eric Nash, uno de los evangelistas fundamentales en el resurgimiento
evangélico en la Inglaterra de posguerra. Su charla sobre Jesucristo cautivó a
su joven auditorio pero especialmente a John, quien quiso saber más sobre las
revelaciones que Nash hizo aquel día. El curtido predicador le señaló al joven
Stott un versículo que fue crucial para definir su historia personal. "He
aquí yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta
entraré a él y cenaré con él, y él conmigo". (Apocalipsis 3:20).
Desde entonces, la
mente y el corazón de John Stott se enfocaron en entender y comunicar el
alcance de esta declaración de Jesucristo, pues creía firmemente que vivir el
evangelio consistía en permitirle al Salvador entrar genuinamente en todos los
aspectos de la vida práctica para que ésta pudiera ser renovada y transformada.
Con esto en mente escribió libros como "Cristianismo básico" y
"Jesucristo, el controversial". Más allá de forjarse como un filósofo
de la fe, Stott fue un entusiasta gestor de trascendentales movimientos y
acuerdos como el Pacto de Lausana, un compromiso firmado por más de 4000
líderes cristianos del mundo, encabezados por Billy Graham, y que sentó bases
muy importantes para impulsar una masiva evangelización del mundo, a fin de
acelerar el cumplimiento de la Gran Comisión. Por estos y muchos otros aportes
que repercutieron más allá de los templos evangélicos, en el 2005 John Stott
fue incluido en la lista de las 100 personas más influyentes del planeta, según
la revista Time.
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