¿Tiene Mitt Romney una agenda de gobierno relacionada con
su fe?
Pocas veces en la historia política de los Estados Unidos
el electorado cristiano se hallaba en una encrucijada tan compleja, de cara a
las próximas elecciones presidenciales. Aunque las últimas decisiones de Obama
han sido polémicas, resulta aún más preocupante una eventual agenda de Gobierno
de Mitt Romney, influenciada, de uno u otro modo, por su fe mormona.
No cabe duda de que
se trata de un líder con gran capacidad de ejecución. Entre las victorias
políticas más preciadas de Mitt Romney está la gestión de los Juegos Olímpicos de Invierno,
celebrados durante el 2002 en Salt Lake City, pues tomó ese proyecto a punto de
naufragar y lo transformó en uno de los eventos deportivos mejor organizados de
la historia. Tal logro fue sin duda fue uno de los peldaños que lo llevaron
hasta la cima del poder en Massachusetts, estado que gobernó entre 2003 y 2007.
Aunque su hoja de
vida está atiborrada de éxitos, no solamente políticos sino también
empresariales (fundó la compañía de servicios financieros Bain Capital), para
los estadounidenses y especialmente para la mayoría cristiana evangélica, una
eventual llegada de Romney a la Casa Blanca genera grandes inquietudes debido a
su trasfondo religioso.
Tras las huellas del misionero
Aunque en opinión
de algunas personas el origen mormón de Mitt Romney es solamente una cuestión
incidental que no compromete su espíritu republicano, para otros el asunto no
puede ser tomado a la ligera pues no se trata de una figura pública secular que
haya deslindado su liderazgo político de su fe. Por el contrario, Mitt Romney
siguió en muchos aspectos los caminos de su padre, el también exgobernador
George W. Romney, pues además de convertirse en empresario, gobernador y
candidato a la presidencia, también fue misionero mormón. A diferencia de su
padre, quien difundió las doctrinas de Joseph Smith entre ingleses e
irlandeses, Mitt dedicó varios años de
juventud a hacer la misma labor en Francia. Tal y como corresponde a los
mormones acaudalados, Romney se graduó de la Universidad Brigham Young, un
centro de educación superior comprometido totalmente con la filosofía de vida
mormona y del cual se conoce su fuerte tendencia al adoctrinamiento de los
estudiantes. Sus graduados, que suelen convertirse en personalidades
prestantes, mantienen estrechos vínculos con su alma máter por el resto de su
vida.
Si bien es cierto
que Romney se dedicó posteriormente a construir un lucrativo negocio de
inversiones desde 1984, nunca ha dejado de estar en contacto con los cuadros
directivos que gobiernan el cerrado pero influyente mundo mormón, algo que sin
duda heredó de su padre quien hasta el final de sus días destinó un porcentaje
significativo de sus ingresos a financiar la Iglesia de Jesucristo de los
Santos de los Últimos Días.
La solidez y
profundidad de los vínculos que Romney tiene con su iglesia, hacen que los
cristianos evangélicos se pregunten, ¿tiene acaso el candidato republicano una
agenda mormona para los Estados Unidos?
Una iglesia alineada con propósitos políticos.
Para entender un
posible gobierno de Mitt Romney hay que poner en contexto el rol del mormonismo
en la historia de los Estados Unidos. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de
los Últimos Días es una organización fundada en 1830 por Joseph Smith, quien
decía haber recibido la visita de seres celestiales aproximadamente 10 años
antes. A partir de las supuestas revelaciones que fueron resultado de sus
visiones, Smith desarrolló su propio sistema teológico en el que puso al mismo
nivel de la Biblia obras suyas como el Libro del Mormón o Perla de gran precio.
De esta manera, inició un movimiento religioso que casi desde sus orígenes ha
sido catalogado de herético y al cual la mayoría de las confesiones cristianas
basadas sólo en la Biblia consideran una secta. Desde el principio, la
manipulación y las intrigas por el poder se hicieron presentes en el
mormonismo, al punto de que su un amplio sector de su propio liderazgo declaró
a Smith falso profeta. Con posterioridad a este hecho, del mormonismo se derivaron
aberrantes grupos disidentes entre los que se destacan aquellos con doctrinas
muy radicales, como el racismo o la poligamia (de hecho, Romney es descendiente
de la colonia polígama a la que perteneció su padre en Chihuahua, México, antes
de ser gobernador).
El poder religioso
no ha sido el único interés de la jerarquía mormona. Desde sus inicios, el
control de la economía figura entre sus prioridades, al punto de que muchos de
sus preceptos están orientados a la concentración de las riquezas, basada no
solamente en la posesión de negocios lucrativos sino también en la estricta
disciplina de aporte por parte de sus fieles. A todo lo ancho del mundo, los
mormones se han distinguido por la construcción de costosos edificios y templos
que deslumbran por la fastuosidad de sus acabados palaciegos.
Para los mormones
llegar al control de la economía es su “destino profético” y una justa
recompensa por mantenerse fieles a todos los aspectos de su fe.
El Plan Mormón para América
Más allá de las
abismales diferencias doctrinales en relación con el cristianismo auténtico,
preocupa que durante toda la existencia del movimiento sus estatutos contemplen
la intervención abierta y decidida en asuntos políticos. Como lo han revelado
muchos exmiembros de la secta, la voluntad de sus máximos jerarcas es influir,
con todos los medios a su alcance, en la vida pública y política del país. Sus
importantes recursos financieros ha facilitado esta labor sin ninguna duda.
De hecho, según los
testimonios de quienes escaparon al control de la secta, el mormonismo tiene
una agenda cuidadosamente planeada no sólo para la expansión religiosa sino
también para hacerse con el control político de los cargos más importantes del
país. Ya lo han logrado ubicando a personajes totalmente identificados con sus
principios en gobernaciones diferentes a la del estado de Utah, donde los
mormones son particularmente fuertes. Su capital, Salt Lake City, es la misma
ciudad en la que Romney dirigió las olimpiadas de invierno.
Frente a cuadros
medios e inferiores de la organización, el liderazgo mormón ha justificado sus
pretensiones políticas en supuestas profecías que “señalan claramente” la
llegada a la Casa Blanca de un hombre identificado con los preceptos de su
culto.
La agenda de Romney
Como político
republicano, Romney se ha mostrado ante el electorado como un hombre
conservador interesando en el fortalecimiento de los valores esenciales que han
dado forma a los Estados Unidos de América. Sin embargo, resulta preocupante
que sus decisiones gubernamentales estén más comprometidas con sus principios
religiosos que con la misma ideología republicana, pues como ya es de dominio
público Mitt Romney no es un laico más de una iglesia a la que asiste con
regularidad sino que es miembro activo e influyente de su liderazgo.
Su vasta
experiencia en el manejo del mercado bursátil y su gran olfato para las
inversiones son resultado de una red de relaciones, tejida con mucha paciencia
y a lo largo de varias décadas. Allí ha adquirido el conocimiento necesario
para saber cuáles son los hilos económicos que mueven al país y que sin duda no
sólo usará para promover su candidatura sino para impulsar la agenda
gubernamental de un hipotético mandato suyo.
Por otro lado, la
confluencia entre la ideología conservadora de los republicanos y los
principios radicales del mormonismo hacen que significativos sectores de
opinión prevean grandes dificultades para las minorías raciales y los
inmigrantes durante un posible periodo presidencial de Mitt Romney.
Así las cosas,
resulta crucial que los ciudadanos y especialmente quienes consideran
importante mantener vigente el legado cristiano del país, evalúen no sólo las
promesas sino también las intenciones de quienes aspiren a ocupar la silla
presidencial de los Estados Unidos de América.
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