Preparar a los hijos para la amistad, otro gran reto
de crianza
El tema de las amistades de nuestros hijos es la llave de
entrada en uno de los aspectos más críticos del desarrollo de su personalidad:
la construcción de su dimensión social. Debido al potencial definidor del
carácter que tienen las amistades, como padre o madre debes dedicar tiempo y
esfuerzo a sembrar en tus hijos valores y actitudes fundamentales para establecer
relaciones sanas con otras personas.
Una buena dosis de
realidad es indispensable para abordar de forma efectiva el tema de las
amistades de tus hijos. Esa dosis debe permitirte aceptar, ante todo, que por
muy bien que creas ejercer tu rol de padre o madre, la influencia de los amigos
en la vida de tus hijos será cada vez más creciente y definitiva. Proverbios
27:17 lo dice de forma muy clara: “Como el hierro se afila con hierro, así un
amigo se afila con su amigo”. Conforme pasan los años y los hijos crecen pasan
más tiempo con sus amigos, especialmente porque comparten con ellos la mayor
parte de su tiempo.
Desde la
perspectiva de la construcción de la personalidad, las relaciones de amistad
les permiten a tus hijos desarrollar sus habilidades sociales, aprender a
interactuar con otras personas y sobre todo a desenvolverse en el juego de
influir sobre otros y ser influenciado. He aquí una de las grandes
preocupaciones de los padres quienes muchas veces se sienten en el aire por no
saber cómo guiar apropiadamente a sus hijos, especialmente en la época más
crítica de sus vidas que es la adolescencia.
Al respecto, el
miedo es un mal consejero y algunos padres optan por controlar en exceso e
incluso aislar a sus hijos de lo que ellos consideran un mundo nocivo y
corrupto. Sin embargo, mantenerse en ese extremo puede ocasionar precisamente
el efecto contrario, porque al ser natural que tu hijo quiera relacionarse con
el mundo quizás se salga de tus manos para intentar lograrlo. Por eso la sobreprotección
nunca será la respuesta y en vez de ella debes asumir la preparación de tus
chicos con amor, responsabilidad y acompañamiento.
El fundamento esencial de la autoestima
Desde la más
temprana edad el cultivar una sana autoestima es definitivo para muchos
aspectos de la vida, uno de ellos la amistad. Los profesionales de la
psicología y la consejería recomiendan trabajar este punto porque está
demostrado que una baja autoestima
genera vulnerabilidad en niños y jóvenes que luchan por encajar en su nicho
social. Particularmente, al llegar a la adolescencia, la necesidad de ser
aceptado es más fuerte que nunca en todos los seres humanos, y si la autoestima
es baja y atribuye demasiado valor al reconocimiento ajeno, el riesgo de ser
manipulado aumenta sensiblemente.
Ahora bien, por muy
fuerte que sea la autoestima de tus hijos ellos siempre se verán moldeados en
alguna medida por la influencia de sus amigos y asumirán el estilo de vida y
los comportamientos de su círculo social. Al margen de esta realidad, debes
reconocer y encausar positivamente tu propia influencia para enseñarles a
escoger sus amistades de acuerdo a sus propios intereses, afinidades y
expectativas. Por ejemplo, hacer que tus hijos tome lecciones de algún deporte,
posiblemente los pondrán en contacto con personas semejantes, con quienes
compartirán gustos y valores positivos como la disciplina.
"Dime con
quién andas y te diré quién eres" es un refrán muy vigente y el cual te
puede servir de partida para que eduques a tu hijo sobre la correspondencia que
hay entre quiénes somos y quiénes nos acompañan por la vida.
Está comprobado que
la mayoría de los estudiantes que se relacionan con chicos de liderazgo
negativo y pobres resultados escolares decrecen en su propio rendimiento. En
cambio, cuando se vinculan a personas esmeradas en sus estudios, el desempeño estudiantil
se ve estimulado por el genuino deseo de destacarse académicamente y por el
ánimo de consolidar así su pertenencia al grupo de amigos con el que se
identifican. La pregunta que surge entonces es ¿cómo guiar y encausar a los
hijos para que hagan decisiones correctas y sepan enfrentar las presiones
sociales? Las pautas que leerás a continuación pueden darte mucha claridad para
recorrer con éxito ese camino.
- Conversa de forma directa
con tus hijos sobre el tema. Háblales de la importancia de saber escoger a sus amigos y de cómo
en esa decisión ellos deben considerar su propia identidad, sus objetivos
en la vida y sus valores. Haz que tus hijos se pregunten quiénes son y
cómo se definen. De acuerdo a sus respuestas, así mismo deberán ser
capaces de elegir a sus amistades, y mucho más tratándose de chicos que se
han levantado en la fe cristiana. El Salmo 119:63 dice: “Soy amigo de todo
el que te teme, de todo el que obedece tus mandamientos”. Por lo tanto,
destaca mucho ante el entendimiento de tus hijos que tendrán amistades
significativas y edificantes solo con aquellas personas que compartan sus
valores más fundamentales como el amor a Dios. Entrénalos y afina su
percepción enseñándoles a descubrir y valorar a los verdaderos amigos, a
partir de sus actitudes y sus acciones. Siembra en ellos la sabiduría de
Proverbios 18:24 que instruye al respecto: “Hay quienes parecen amigos
pero se destruyen unos a otros; el amigo verdadero se mantiene más leal
que un hermano”.
- Enséñales pautas claras
para enfrentar con éxito las presiones sociales y las influencias
negativas. Exponle
a tus hijos, de forma clara y sin exageraciones, las situaciones de riesgo
que pueden enfrentar en su vida social. De ser posible, procura siempre
respaldar tus recomendaciones con los aciertos o los errores de tu
juventud, porque así tus hijos sentirán que tus indicaciones están
respaldadas por la experiencia y no te estás limitando simplemente a
leerles una cartilla de comportamiento. Diles cómo enfrentar situaciones
incómodas o riesgosas en las que sus valores se vean comprometidos. Trata
sin rodeos temas cruciales como el sexo, la drogadicción o las pandillas. Ayúdales
a reconocer sus propios límites para que sepan en qué situaciones es
imperativo tomar distancia y alejarse. Haz énfasis en desarrollar en ellos
la necesaria capacidad de decir “no”.
- Supervisa las amistades de
tus hijos. En
tanto ellos ganan experiencia y autonomía para discernir los corazones de
las personas, debes acompañarlos, a prudente distancia, para ayudarles a
identificar señales peligrosas en la conducta de sus amigos. Cuando te
pidan permiso para ir a estudiar o a entretenerse en alguna actividad,
asegúrate de saber dónde y con quién estarán tus hijos. Vence el miedo a
parecer un entrometido y asume con discreción pero con firmeza esta labor
de acompañamiento y supervisión que incluye, desde luego, conocer a los
amigos de tus hijos. Para esto, ofrécete ocasionalmente a transportarlos
juntos en tu auto, propicia situaciones de interacción informal en las que
puedas darte una idea de sus ideas y conducta. Si tus chicos visitan la
casa de sus amigos, haz lo posible por conocer a sus padres. Esto no solo
ayuda a supervisar actividades sino que además marca una pauta de
seguridad. Muchos jóvenes han resultado lastimados o abusados porque antes
de autorizar la visita a un hogar extraño sus padres no se aseguraron de que
el lugar ofreciera garantías mínimas de seguridad o la compañía de un
adulto responsable. Adicionalmente, establece y comunica límites a las
actividades que tus hijos puedan desarrollar con sus amigos, pues de este
modo no sólo los supervisas sino que además los salvaguardas de relaciones
absorbentes.
- Permite espacios libres y
seguros para interactuar. Tus hijos necesitan su espacio para ser ellos mismos con sus amigos. Permíteles
manejar un razonable porcentaje de su tiempo de manera libre pero también
procura que se relacionen con otras personas de su edad a través de
actividades seguras, recreativas y constructivas. Recuerda que en este
aspecto no sólo está en juego la influencia que ejerce sobre ellos el
entorno social sino también el desarrollo de sus habilidades sociales.
Conforme crezcan en el manejo de esas habilidades y acorde con su edad y
nivel de responsabilidad, aumenta sus libertades y permíteles demostrarte
que son persona responsables y en vía de alcanzar la madurez. Evitarás de
esta forma que se sientan asfixiados y lograrás que asuman las riendas de
sus relaciones con base en tu confianza.
- Modela el comportamiento y
el carácter de un buen amigo: Una imagen vale más que mil palabras. Sé un modelo de comportamiento y
rectitud cuando te relaciones con tus amistades y vigila siempre el tono
de tus actitudes no sólo con ellos sino con los demás miembros de tu
familia. “Un amigo es siempre leal, y un hermano nace para ayudar en
tiempo de necesidad” declara Proverbios 17:17, exhortando a jóvenes y
adultos para que entendamos que la amistad no debe quedarse en la
superficialidad o la formalidad y que debe motivarnos a asumir
comportamientos a través de los cuales procuremos el bienestar de quienes
llamamos nuestros amigos, al tiempo que en su compañía enriquecemos
nuestra propia vida con su influencia favorable.
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