El surgimiento de un gigante
Con discreción y bajo perfil, durante las últimas dos
décadas el fútbol de los Estados Unidos no sólo ha ganado fortaleza y
popularidad dentro de la nación norteamericana. Fuera de sus fronteras, las
selecciones de "soccer" empiezan a tener destacadas figuraciones, en
tanto que jugadores estadounidenses ya hacen parte de importantes clubes de fútbol
europeo.
En términos
deportivos, Estados Unidos parece estar en un universo a parte del resto del
mundo. Mientras en el resto de América y Europa siguen con pasión la Fórmula 1
o el Tour de France, los estadounidenses no pierden de vista los pesados autos
de la Nascar, los cascos que chocan en la NFL o las espectaculares maniobras
bajo el aro por cuenta de los gigantes de la NBA. Sin embargo, en ese universo
cerrado y singular, desde hace dos décadas comenzó abrirse paso una disciplina
deportiva que ya no se puede ver por encima del hombro y que ondeando la
bandera de las barras y las estrellas empieza a figurar en los podios
internacionales: el fútbol. El verdadero fútbol.
Un nacimiento frustrado
Aunque para muchos
el fútbol soccer (como se le conoce para diferenciarlo del fútbol americano)
parece una moda surgida hace poco, lo cierto que sus comienzos se remontan a
1895 cuando la selección Estados Unidos enfrentó a su similar de Canadá. Al
inaugurarse la historia de los mundiales de fútbol, los norteamericanos estuvieron
presentes, goleando a Bélgica 3-0 durante su debut en la Copa Mundo de 1930. En
ese mismo certamen, triunfó con igual marcador sobre la histórica selección de
Paraguay. Cuando se apagaron las luces de la primera cita orbital, Estados
Unidos brilló con luz propia, alcanzando el tercer lugar. En 1934 repitió su
participación y luego de la pausa obligada de la Segunda Guerra Mundial, retornó
en 1950 para derrotar a los inventores del fútbol, los ingleses, en un partido
de antología que terminó 1 a 0. Todo parecía indicar que durante las décadas
siguientes Estados Unidos grabaría su nombre en letras doradas junto a los
grandes del balompié universal, pero lo inesperado se hizo presente en su
destino.
1950-1990: Cuatro décadas de ausencia
La falta de unidad
y de buen criterio organizativo para crear una liga fuerte y la dura competencia
de otras disciplinas deportivas como el béisbol, que sí supieron organizarse
desde la cuna, le restaron importancia al fútbol, cuyos modestos marcadores no
parecían atractivos para las exigentes audiencias norteamericanas,
acostumbradas a los 101-99 de los partidos de baloncesto y otros resultados
abultados similares. Con mucho esfuerzo y poco apoyo la sequía mundialista de
los Estados Unidos terminó en 1990 cuando participó en el mundial de Italia,
aunque fue eliminado en la primera ronda y sin obtener ningún punto.
Por el buen camino desde USA 94
Una renovada liga
nacional, el apoyo de Pelé y la decisiva participación de la Fifa, apostándole
a la organización de la Copa del Mundo en 1994, hicieron reverdecer el
entusiasmo por el fútbol estadounidense. En poco más de una década, la
selección ha tenido progresos notables. Desde 1990, ha clasificado de manera
consecutiva a todos los mundiales. Entre 1991 y 2011 ha disputado 8 finales de
la Copa de Oro Concacaf y en la mitad de ellas ha sido campeona. Hace apenas
dos años disputó de "tú a tú" la prestigiosa Copa Confederaciones de
la Fifa, en la que logró el subcampeonato luego de darle una impresionante
pelea a la poderosa selección de Brasil. Uno de sus jugadores de Sub20, Eddie
Johnson, se llevó el trofeo al máximo goleador, luego de finalizar el mundial
de la categoría que se llevó a cabo en Arabia, durante el 2003.
Ellas son goleadoras.
Si el fútbol de
selección a nivel masculino se proyecta de manera prometedora, la rama femenina
es ya una potencia del fútbol orbital. Desde 1991, año en el que comenzaron a
jugarse los mundiales femeninos, las estadounidenses se han coronado campeonas
en 2 ocasiones y han alcanzado un subcampeonato. Las jovencitas de la categoría
sub 20 han ganado 2 de los cinco mundiales disputados, lo que es una muestra de
la gran superioridad deportiva a nivel global, tan solo cuestionada por el buen
nivel de las jugadoras alemanas, quienes ya se definen como sus rivales
históricas.
Tras haber
organizado dos mundiales (1994 masculino y 1999 femenino) y luego de la
incursión exitosa de jugadores norteamericanos en las ligas de Inglaterra,
Alemania, Francia, Italia y Portugal, el balompié de Estados Unidos parece
haber resucitado en forma definitiva y hoy por hoy demuestra los índices de
desarrollo más altos, a la par con el fútbol africano. Adicionalmente, la población estadounidense de origen latino,
que lleva el fútbol en la sangre, y que hoy sobrepasa los 50 millones de
personas, está consolidando un mercado
de gran potencial para hacerlo financieramente viable y suficientemente
atractivo para nuevas generaciones de deportistas. Con la llegada del técnico
alemán Jürgen Klinsmann al banquillo de su dirección técnica, Estados Unidos se
apresta a subir al siguiente nivel de la escala competitiva. Con la disciplina
y estilo de juego que ha hecho tan exitosos a los alemanes, se espera contar
con mejores argumentos futbolísticos para superar el difícil reto de clasificar
al mundial de Brasil en el 2014.
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