Lo cotidiano hoy, fue inverosímil 100 años atrás. ¿Qué no asombrará en el futuro?
miércoles, 3 de octubre de 2012
Cuando la ciencia ficción se hace realidad
15:43
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Muchos de los vaticinios de la
ciencia ficción se han hecho realidad, al punto de llegar a superar los
pronósticos más optimistas. ¿Qué sigue? ¿Qué retos nos depara el mañana
científico y tecnológico?
El futuro es hoy. La puerta automática del supermercado que se abre sola, pocos pasos antes de la
llegada del cliente, nos hace recordar Viaje a las Estrellas. Espectaculares
películas en tercera dimensión que nos hacen saltar de la silla con su
realismo, advierten lo cercanos que estamos a una realidad virtual como la de
Matrix. Desde nuestra posición de privilegio en los tiempos, todos en el mundo
nos preguntamos, ¿con qué nos sorprenderá ahora la ciencia? Si hace un siglo
nadie imaginaba los teléfonos inteligentes, ni la internet, ni los satélites
¿qué cosas dejarán boquibiertos a los humanos dentro de 20,50 y 100 años?
Lo que viene: el pronóstico de
los expertos.
No es raro que muchos apasionados por la ciencia ficción sean personas muy
involucradas con el palpitar y el desarrollo de ciencias como la física en
diferentes escenarios académicos del mundo. Tal es el caso del Dr. Michio Kaku, co-creador de la teoría de
cuerdas y profesor destacado de universidades como Harvard y Berkeley. Para él,
la ciencia ficción estimula la curiosidad científica y a su vez la ciencia
inspira las aventuras probabilísticas de la ciencia ficción.
Desde esta perspectiva, expertos como Kaku, prevén que nuestro futuro
cercano estará marcado por unas experiencias mucho más realistas y sensibles
comparadas con las disponibles hasta el momento; tanto, que harán parecer a la
impresionante y colorida pantalla de plasma tan obsoleta como luce hoy la
televisión de blanco y negro.
No será entonces nada raro que dentro de 20 ó 50 años dispongamos de lentes
de contacto capaces de proyectar directamente en las retinas lo que sucede en
la internet. Un parpadeo bastará para ponerse en línea y dar paso a una
experiencia audiovisual controlable por la mente, digna de filmes como "El
Vengador del futuro" o "Gamer", su más reciente sucesora.
Con tal posibilidad de acceder directamente a nuestros sentidos, los
dispositivos del futuro harán que los pasos dados hasta ahora en materia de
realidad virtual se conviertan en enormes saltos, a un punto en el que quizás,
para algunos, sea difícil distinguir entre lo virtual y lo irreal como nos
sugiere la saga de Matrix. Esto planteará un problema ético que será tan
relevante como lo es ahora mismo: ¿dominamos la tecnología o seremos dominados
a través de ella? Ante la posibilidad de acceder libremente a versiones
manipuladas de la realidad, es bueno recordar las palabras del apóstol Pablo y
encontrar así el equilibrio: "Yo soy libre de hacer lo que quiera. Es
cierto, pero no todo conviene". Por lo tanto, en el futuro resultará tan
importante como saber usar los dispositivos de realidad virtual, el anteponer
un sano juicio a nuestra experiencia, permitiendo que el dominio propio nos
sirva de protección para evitar ser presa de segundas intenciones o simplemente
prevenir una irremediable desconexión de nuestro ser con el mundo real.
Realidad palpable
No todo en el futuro será dominado por las proyecciones virtuales en el
escenario de nuestra mente. Dentro de los próximos 100 años la nanotecnología y
sus microscópicos entes inteligentes, quizás habrán llegado a un grado tal de
desarrollo que hará cosa de la rutina diaria la capacidad de los objetos para
cambiar de forma con tan solo pulsar una tecla. Así podríamos ver una silla
capaz de transformarse en mesa cuando así se necesite, tan fácil como vimos
cambiar de forma al exterminador de metal líquido en la segunda parte de la saga
fílmica "Terminator".
Yo, con mi propio robot
Si bien todavía son artículos de exhibición en ferias de tecnología, los
robots antropomórficos que ayudan con las tareas domésticas serán cosa de todos
los días en los hogares del siglo XXII. Probablemente no se verán tan humanos
como los descritos en el popular libro (y posterior película) "Yo,
robot" de Isaac Asimov, debido a que se basarán en diseños mucho más
eficientes en comparación con el esquema corporal humano. Lo conseguido hasta
hoy por la robótica, que en campos como la industria o la cirugía sorprende ya
con su capacidad y precisión, es augurio del papel protagónico de los robots en
la sociedad del futuro; una sociedad en la que además de aportar alta
eficiencia, serán capaces de tomar decisiones gracias a la integración entre
robótica e inteligencia artificial. ¿Estamos preparados para crear y manejar
con sabiduría un nivel insospechado de vida artificial?
¿Jugando a ser Dios?
La inserción de un gen de araña en el genoma de las cabras para que éstas
produzcan en su leche la proteína de la telaraña, fundamental en la fabricación
de suturas quirúrgicas de alta resistencia y de fibras más fuertes que el
kevlar, hace mucho dejó de ser un
argumento de ciencia ficción. Esto se hace hoy, como resultado del trabajo de
un grupo investigador de la Universidad de Wyoming. Si algo así es posible
ahora, ¿qué tan descabellado es entonces pensar que en 100 años será posible
revivir animales extintos como los dinosaurios? Los avances de la genética
hacen que un “Jurassik Park” sea realmente probable y aunque puede ser una
llave para abrir el cofre de secretos del pasado zoológico de la tierra,
también pueden abrir la puerta a eventuales catástrofes ecológicas.
El asunto se torna mucho más complejo cuando la futura manipulación
genética puede redefinir los parámetros de lo que significa ser humano. Dentro
de 100 años, los límites de la longevidad pueden haberse extendido de manera
inimaginable no sólo por cuenta de las conquistas médicas sobre las
enfermedades sino gracias a los hallazgos que le permitan a la ciencia
intervenir en los mecanismos del envejecimiento.
Sobre la mesa, una vez más, se expone el asunto de la responsabilidad ética
del hombre. En una cara de la moneda, está la oportunidad de mejorar la calidad
de vida de los humanos, especialmente de quienes padecen sufrimiento por
diversos males. El otro lado de la moneda nos deja ver los peligros que
provienen de las tentaciones comerciales o las seducciones del poder, en virtud
de las cuales las dudosamente llamadas mejoras genéticas pueden terminar
favoreciendo los intereses de algunos.
Mientras el entusiasmo del cada vez más cercano futuro no nos distraiga de
los valores fundamentales y en tanto la tecnología no desplace el dominio
propio y nuestro sentido común, siempre tendremos la posibilidad de darle la
bienvenida a la ola del progreso científico sin que nos rebase y logrando en
cambio ponerla a nuestro servicio para navegar hacia un mañana mejor.
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