Atentos a los peligros que acechan en la red
Las emboscadas de los bravucones de la clase o las bromas
planeadas para conseguir un blanco de burlas ya no son situaciones exclusivas
del patio de recreo en escuelas y colegios. El acoso se ha trasladado a
internet, donde la crueldad de las agresiones está minando seriamente la
autoestima de niños y adolescentes y los están llevando a niveles críticos de
angustia que en algunos casos los han empujado al suicidio.
Como si se tratara
de una gran ciudad, en la que convergen personas e ideas procedentes de todo el
mundo, internet es un escenario de relacionamiento humano en el que yacen
extraordinarias oportunidades pero también inquietantes peligros.
Particularmente para los jóvenes y los niños, la red entraña algunos riesgos
que ellos pueden aprender a sortear con éxito mientras cuenten con el apoyo y
la asesoría de sus padres. Así como usted no dejaría ir a un niño pequeño solo
al centro de una gran ciudad, sus hijos necesitan acompañamiento oportuno en la
jungla cibernética, sobre todo ante una de las situaciones que más preocupan en
la actualidad a educadores y psicólogos: el ciberbullying, también conocido
como ciberacoso. Conozca en qué consiste y cómo confrontarlo.
Amenaza en las sombras.
El ciberbullying es
una agresión sistemática, intencional y reiterada llevada a cabo por uno o
varios individuos a través de las tecnologías de la información y la
comunicación (internet y telefonía móvil principalmente).
Sus modalidades son
crueles y precisas. Una de las más frecuentes consiste en el uso de las redes
sociales para publicar imágenes o fotomontajes comprometedores que están por lo
general acompañados de información falsa y difamatoria sobre la víctima. En
algunos casos, valiéndose de sitios inescrupulosos que llevan a cabo votaciones sobre la
apariencia física de la gente, usan esas imágenes comprometedoras o alteradas
para poner a personas indefensas ante el escarnio público.
Otro ataque típico
de los acosadores ocurre cuando suplantan la identidad de alguien a quien
conocen y firman en su nombre declaraciones ultrajantes o vergonzosas en foros
y espacios de participación que son frecuentados por el suplantado y su círculo
social. Esto suele lesionar gravemente su reputación y su autoestima.
El bombardeo de
insultos a través de mensajes de texto o innumerables correos electrónicos que
pueden colapsar el buzón de la víctima es otra de las caras del ciberbullying
que junto con todas las anteriores, esconden su fealdad detrás del anonimato,
fácil de lograr en cualquiera de los medios mencionados debido a los vacíos en
el control a los números celulares o a la facilidad para crear cuentas
ficticias de correo electrónico.
¿Están tus hijos siendo atacados?
Estar atentos a las
señales de alerta, es el comienzo de la estrategia para enfrentar con éxito el
problema del ciberbullying, por parte de padres y educadores. Si nota en niños
o adolescentes señales como aislamiento repentino, estados depresivos
frecuentes o súbita aversión a
interactuar con otros usando la tecnología, es tiempo de tener una charla
amistosa para saber cómo está su salud emocional y las relaciones con sus
amigos. Una baja notoria del rendimiento escolar suele estar asociada con el
ciberacoso, así como la irritabilidad.
Apoyo incondicional, primer paso para derrotar al
ciberacoso.
El derrumbe de la
vida social en edades tempranas, por causa del ciberbullying, es algo que
produce gran sufrimiento a quienes tienen que lidiar con él. Por esta razón, es
importante que padres y educadores sepan aproximarse a los jóvenes o niños de
quienes se sospecha que pueden estar siendo objeto de ataques. Generar
confianza para abrir la comunicación es esencial.
Si en efecto, usted
confirma que alguno de sus hijos está siendo ciberacosado, lo primero es que
debe hacer es manifestarle su apoyo. Hágale sentir que no está solo con el
problema y que juntos hallarán la manera de terminar con el sufrimiento. Paso
seguido, instrúyale para que no responda a la provocación. Muchas veces el
objetivo de los abusadores consiste
precisamente en obtener de sus víctimas respuestas emocionales que avivan su
sed de ataque y que por lo general les proveen nuevo material para aferrarse
aún más a su posición abusiva de poder.
Si el caso en
particular está relacionado con la escuela o el colegio, acuda a las
autoridades escolares para que conozcan la situación y ayuden a identificar a
los perpetradores del acoso.
Para este fin, es
muy importante que no se deshaga de los mensajes o cualquier otra evidencia de
los ataques. Muchos padres, en su afán por librar a sus hijos del sufrimiento,
los instan a borrar todo vestigio del acoso para que lo superen más rápido. No
obstante, el mejor antídoto contra los abusadores en línea consiste en
desenmascararlos y esto es posible a partir de las pruebas en las que
autoridades y expertos en informática pueden hallar valiosas pistas. Resulta
que, a la hora de la verdad, internet no es tan anónimo y es posible rastrear
el origen de ciertas comunicaciones, como en el caso del correo electrónico.
Aunque se usen nombres ficticios es posible identificar el domicilio donde está
el servicio de internet usado por el atacante.
Cuando estas las
acciones de los ciberacosadores hayan desencadenado episodios de angustia o
depresión crónicas es fundamental asesorarse de un profesional en psicología
que colabore en la recuperación de la confianza personal.
No pierda de vista
el hecho de que en muchos casos el ciberacoso es una extensión del acoso real y
físico que pueden estar enfrentando sus hijos de tiempo atrás. Evalúe cómo
están sus relaciones con los compañeros de clase y mantenga un canal abierto
con los educadores del centro docente para revisar constantemente el tema.
Prevenidos son menos vulnerables
Sean o no objetos
de ataques, es muy importante la formación preventiva hacia sus hijos, de modo
que ellos no solo eviten ser vulnerables sino también partícipes en las
estrategias de difamación que se montan alrededor de estos casos. Instrúyalos
de manera clara para que nunca participen de la injusticia ni de la aflicción
hacia otros, así sea sólo como espectadores, recibiendo en silencio
informaciones agresivas sobre otras personas. Por el contrario, anímeles a
asumir una posición de defensa de su prójimo, teniendo siempre como guía una de
las reglas de oro enunciadas por Jesús en Mateo 7:12: “Así que, todas las cosas
que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con
ellos; porque esto es la ley y los profetas.”
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