miércoles, 3 de octubre de 2012

Confrontando la presión social y espiritual del Halloween


Cómo ofrecer alternativas sin contemporizar con la festividad pagana

El mundo cristiano está bien documentado sobre el origen y las implicaciones culturales y espirituales del Halloween. La posición de muchas iglesias y muchas familias es muy clara respecto a la no participación en lo que se ha identificado plenamente como un ritual pagano. Sin embargo, debido a la abrumadora cantidad de eventos que se organizan el 31 de octubre, los niños y los jóvenes sienten una fuerte presión social. ¿Cómo podemos ofrecerles alternativas sin que esto implique una participar de esta festividad, contraria a los valores bíblicos?

Aunque Estados Unidos es un país con profundas raíces cristianas, es un hecho innegable que en esta tierra de oportunidades para todos, las contradicciones espirituales hacen parte de la identidad de la nación. Debido al persistente empuje comercial, la celebración del Halloween ha adquirido connotaciones que parecen alejarse de su motivación inicial  y, en efecto, muchas personas aprovechan la fecha como plataforma de recreación y relación social en medio de oscuridad y disfraces aterradores.
Pese a eso, muchas la gran mayoría desconoce lo que sucede en la atmósfera espiritual e ignoran aún menos de los peligros que asechan a los niños y a los jóvenes por cuenta de los rituales de origen satánico que ese día tienen lugar. Por eso, aunque las familias cristianas no tengan ninguna intención de tomar parte de los rituales espirituales, deben evitar identificarse de alguna manera con los poderes espirituales que ese día intentan manifestarse. ¿Cómo transmitir este conocimiento efectivamente a nuestros hijos? ¿Cómo prepararlos espiritual y psicológicamente para que no se sientan tentados a tomar parte de prácticas contrarias a su fe?
Tres estrategias
1.      Hablen del tema abiertamente en casa. A veces lo padres  confían en que la iglesia y quizás la escuela (si tienen la suerte de que esté cimentada en principios bíblicos) se encargarán de darles a los niños y jóvenes los elementos de discernimiento necesarios para abstenerse de tomar parte del Halloween. Sin embargo, el escenario natural de ese aprendizaje y en el que se graban profundamente los valores esenciales, es el hogar. Allí es bueno abordar el tema, no como en un salón de clases, sino a través de una plática amena y participativa donde los más jóvenes tengan la oportunidad de expresar con confianza su percepción sobre el tema, su opinión y sus preguntas. Durante una comida o quizás compartiendo alguna actividad de recreación familiar es oportuno iniciar la charla con naturalidad, pero estableciendo siempre pautas de vida.
2.      Aprovechen la oportunidad para traer luz a la oscuridad. Cuando cae un torrencial aguacero, durante el cual muchas veces se va la energía eléctrica, algunas familias aprovechan para sacar sus juegos de mesa y realizar juntos otras actividades. Muchas veces estas noches se convierten en tiempos memorables de diversión y unión familiar. Con el mismo espíritu del ejemplo, los padres de familia podemos hacer actividades alternativas con nuestros hijos, sin que esto signifique tomar parte del Halloween. De hecho,  resulta muy oportuno y elogiable lo que hacen algunas iglesias ese día, pues convocan a los niños a actividades especiales donde resaltan sus valores cristianos, en tanto sus padres oran y hasta evangelizan a aquellas personas, que ignorando el peligro espiritual, sí toman parte en las prácticas del 31 de octubre. Lograr abrir, de forma creativa, espacios de relación y entretenimiento para niños y jóvenes cristianos hace posible aliviar mucho esa presión social que ellos sienten y les permiten tener un tiempo divertido y sano con quienes comparten los valores de su fe.
3.      Cambiemos la hostilidad por el amor. “Dulce o truco” llegan cantando los niños a todas las casas del vecindario, incluidas las casas de los cristianos que no comparten la festividad. Para ellos, es una oportunidad de correr, jugar y conseguir una bolsita llena de dulces gratis. Muchos de estos niños no tienen idea de lo que realmente ocurre, de modo que no es ni apropiado ni justo tener actitudes hostiles contra ellos; ni si quiera, en el tono más amable conviene asustarlos con historias que no van a digerir en plena calle. Lo que sí podemos darle a estos niños son pequeños libritos o tratados que han sido diseñados para el público infantil y juvenil y a través de los cuales ellos pueden recibir las buenas nuevas del evangelio en su propio lenguaje. De este modo, evitamos polarizar el asunto o saturarlos con regaños incomprensibles y  en cambio les ponemos en contacto con un mensaje que en algún momento de sus vidas va a germinar como a semilla para transformarlos.

Como todos los años, el  Halloween llegará y pasará. Cada temporada tendremos que confrontarlo  de nuevo pero cada vez que debamos hacerlo descubramos en ello la oportunidad de fortalecer en nuestros hijos los valores fundamentales de su fe para que sean capaces de transmitirlos a la generación que sigue. Mientras veamos en el 31 de octubre (y en otras fechas que generan polémica) oportunidades para compartir y fortalecer a la familia, en jóvenes y niños se afianzará, año tras año, el firme concepto de que su fe es un estilo de vida digno de imitar y del cual pueden estar orgullosos frente a cualquier presión.

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